El presente y futuro de las librerías: ¡A esos «héroes»! Por Victoria Santisteban.

Desde hace algún tiempo, el comienzo de artículos de secciones culturales y literarias, comentarios de críticos y posts de diferentes blogs especializados, suele ser este: «Cada día desaparecen en España dos librerías».

Hoy tras varios días hiper ocupada, me pongo al día con las alertas de google (¡Ay, pero qué invento este!) y me encuentro con más noticias relacionadas con este problemática. Al conocer el cierre de Sintagma, una valiente librería de Almería, situada en El Ejido, me quedo desolada. Sintagma ha escrito toda una epopeya de emprendimiento y de promoción de cultura y lectura en pleno epicentro del «Mar de plástico». Sin duda, una proeza heroica. No en vano, le valió el premio Librero Cultural en 2007, otorgado por CEGAL (Confederación Española de Gremios y Asociaciones de Libreros) y el Ministerio de cultura.

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No sé si la gente, en general, siente este hecho, aunque sea un poco. Si fuesen dos los bares que cerraran al año, la cosa sería distinta, hay tantos… Como decía alguien, «en Almería le das una patada a una losa y salen ochenta bares». Triste… Yo sí que lo siento mucho. Lo siento como algo mío, como algo emocional. Porque me está costando mucho esfuerzo sacar a flote mi proyecto, que aún está en fase de remodelación. Y sufro cuando veo que estos «héroes y heroínas» cierran esas librerías que son sus sueños y sus ilusiones. Y reitero HÉROES Y HEROÍNAS. Porque en un país como este, donde la mediocridad campa a sus anchas, hazañas como las de Manuel García Iborra y Matilde Gómez, en esta Almería mía, a la que quiero tanto y por las son pocos aquellos que se precupan de verdad, son dignas de quitarse el sombrero o ponerles una «Placa conmemorativa».

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Pues resulta que llegan ellos dos y lo dan TODO. Consiguen introducir la lectura y el amor por los libros en El Ejido. Por eso siempre digo que no soy amante de las primeras impresiones. Nadie es menos que nadie, ni nadie más que nadie. La cultura es de todos y para todos, seamos quiénes seamos y vengamos de donde vengamos.

Y yo grito ¡No!, ¡no a la mediocridad!, ¡no a la desidia de las instituciones!, ¡no a la burocracia o «burrocracia»!

Y grito ¡Sí!, ¡sí a la cultura!, ¡sí a la unión de todos los que queremos seguir y luchar por aquello que nos ha estado salvando de la ignorancia! Grito ¡sí al crecimiento literario!, ¡a gritar versos por la calle!, ¡grito sí a llorar de emoción con un libro!, ¡sí a leer, leer y leer, en al autobús, el tren, el avión, cuando estamos en el médico, en la escuela, en el parque, en la biblioteca, en la playa…! ¿Recordáis el discurso que dio Federico García Lorca cuando inauguró la biblioteca de Fuente Vaqueros en septiembre de 1931*?  Unas palabras muy necesarias en estos tiempos, no lo olvidemos. Pero claro, para eso, también hay que leer…

Gracias al cielo, tengo rabia como para gritar de dolor y de alegría. Esto no ha terminado, esto sigue Manuel y Matilde. Todo suma. Nada pasa por casualidad, sino por causalidad.

* Curiosa casi coincidencia cronológica.

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