«Lo que quede», Irantzu Varela

«Amurallar el propio sufrimiento es arriesgarte a que te devore desde el interior»

Frida Kahlo

Historias

Las mayoría de las mujeres tenemos experiencias en común, es difícil pensar lo contrario -solo hay que darle una vuelta a la historia.

Violencias, Dolor, Machismo

A veces las contamos, a veces no. Unas mujeres callan y otras deciden hablar o gritar, o chillar a los cuatro vientos -como si tuviésemos esa histeria de la que hablaban tanto aquellos hombres asustados. Las mujeres que gritan han podido estar calladas -de cara a la sociedad-, aunque las personas de confianza lo saben casi todo.

Cuerpos

Pero siempre, siempre, lo que hacemos está bien y lo que decidimos está bien y es lo puto correcto, porque son nuestras vidas y nuestros cuerpos.

Las mujeres, las mujeres, las mujeres

«Le recriminé que llamara feminazi a una chica que, según él, quería colarse. Ya no he vuelto a hablar con él. Ya no respeta a las mujeres -menos a su madre-, solo porque una le denunció. Siempre quedó la duda…»

(Anónimo)

«Hoy ha vuelto a sentir una vergüenza que nada tenía que ver con ella. Ha corrido al verla, la ha evitado. Porque su padre intentó agredirla y ella sentía vergüenza, sentía SU VERGÜENZA»

(Anónimo)

Llevaba años siguiendo, un poco, la trayectoria de esta persona (es lo que hacemos las mujeres, nos seguimos entre nosotras). ¡Qué pena! -pensé, porque se me había escapado la oportunidad granadina. Y entonces salió un chance (que diría una persona que conozco) y el universo coinspiró para traerla cerquita de mí.

Portada de Lo que quede

Pasó que todo fue muy rápido, como esas cosas que no se planean -que estaría bien decir que son los mejores, pero no siempre- y que esta vez, por supuesto que salió bien. Y pim pam pum, allí que voy yo con mis piramidales y ciática en plena discusión de nalgas. Pero no iba sola, él me acompañaba. Él siempre está porque sabe que esto me toca la patata.

Pero mis posaderas no podían con ese reposaculos y allá que me voy a hacer la gran demanda bajo el decreto «Mi reino por un cojín» (he de decir, en honor a la verdad, que los chiques/as/os de la Clasijazz se portaron de lujo y me consiguieron un valioso cojín). Y mi culo estuvo bien.

Portada trasera Lo que quede

Aquel momento llegó y la luz se hizo por mor de los focos y ella, la diosa, apareció…

Yo apretaba el libro rojo -que previamente había comprado- y ya había negociado una firma y/o dedicatoria posterior. Estaba nerviosa, joder, iba a conocer a la gran Artemisa, the goddess. Total, que pasó lo de siempre, que cuando terminó salió con su mono verde caqui, y a mí me asomó un hilillo de voz -que a saber de dónde-, pero cayó una fotillo con ella -Más bonica es leshe.

Al día siguiente le hinqué el diente al libro rojo y su «no prólogo» ya me hizo efecto desatascador. Mi bloqueo mental ya me venía durando unos dos años, justo el tiempo desde que volví. Entonces leo cosas como «morir», «aguantar», «bailar», «follar», «luchar», «RESUCITAR», «TITANA» y se me abren los ojos de par en par.

Ella

Lo que quede de Irantzu Varela, me ha sacado de la cueva con un formato que se recorre el alfabeto feminista de una suerte de diario. Y es que las letras importan y si quedan escritas, mejor. Todo lo demás es fajurria, se lo lleva el viento del levante que es una mosca cojonera (macho, claro, que son los que joden) que solo viene a molestar.

Claro que dan ganas de quemarlo todo, pero con risas. Sí sí, lo quemo todo y me da risa, según Artemisa -o le meto una flecha.

Lo que quede es un relato biográfico que desde la A a la Z nos traslada fragmentos de unas memorias demasiado familiares. Cámbienle los lugares y los protagonistas, casi todas hemos vivido cosas similares. Pero, a ver, parece fácil contarlo, y no me refiero a contarlo de tú a tú. Me refiero a contarlo al puto mundo entero. Joder, hay que tener unos ovarios como balones de fútbol -sí coño, que el fútbol, también nos gusta, no es patrimonio del hetero patriarcado.

Manólogo

Este libro rojo es precioso, como ella, que es puro amor, de verdad, no es algo que se diga así a la ligera. Escribir todo esto y salir a las tablas y vivir y gritar y disfrutar. Eso solo puede ser amor, ¿no? Bueno, pues eso, que aparte de precioso, es cómodo de leer, entiéndase, ¡por dioses!, de comprender -pero, por supuesto-, imposible no empatizar. Se te eriza el vello, te crecen las garras de loba y se te inyectan los ojos de rabia. Esa cólera ancestral que llevamos en nuestro ADN porque aquellas que lucharon tiempo ha nos la cedieron.

Varela nos ha abierto su ventana y yo, como no, he aprovechado y he entrado, no sin antes tirar alguna maceta, porque soy una patosa -a mucha honra. He sentido cosas que me han removido tanto que me he tenido que recomponer para seguir, en un momento muy concreto de mi tiempo.

Es un relato contundente, como la vida misma. Pero cuidado, no se piensen algunos que la vida es como si viésemos un post de alguien random, hecho con una IA de estilo Ghibli (que joder, paren ya esta mierda), no. La vida de las mujeres no es una versión de Heidi, es una continua supervivencia y diría que se puede aprender a vivir con ello, aunque me engañaría, porque todas no enfrentamos estas violencias con la misma fuerza.

Solo unos datos: el año pasado nos mataron 48 veces, este año ya nos han matado 8. De estas 8 mujeres, 6 fueron asesinadas por sus parejas y 2 por exparejas o estaban en fase de ruptura. Desde el año 2003, en que se vienen recogiendo datos de asesinatos de mujeres, nos han matado 1.302 veces. A esto se le podría llamar, perfectamente y sin despeinarnos, terrorismo machista, pero por lo que sea no se le denomina así, porque es un término demasiado aterrador y los señoros no podrían soportarlo. Estos datos pueden parecer repetitivos pero hay que decirlos una y otra vez hasta que a algunos le salgan sangre por los ojos y los oídos (bueno, y algún lugar de cuyo nombre no quiero acordarme).

Pero si nos vamos al diccionario panhispánico del español jurídico define terrorismo como «Acto que tiene como objetivo causar la muerte o lesiones físicas y/o psíquicas contra cualquier persona, o cuando el propósito, por su naturaleza o contexto, es intimidar a una población u obligar a un Gobierno o a una organización internacional a realizar un acto o a abstenerse de hacerlo«.

El asesinato de las mujeres es el colofón de un proceso. Pequeñas concesiones, pequeñas faltas de respeto, los mal llamados micromachismos, los machismos, un puño en la cara, un tortazo, un sartenazo, una paliza, tocamientos a tus hijos, hijas e hijes, meter a tus hijos/as/es en un juego sexual con los amigos de farra o matarlos…

Nacer mujer tiene una connotación muy concreta y sería una quimera pensar que esto va a mejorar rápido, pero si algunos sectores de la sociedad no acompañan, se seguirán acumulando las losas sobre nuestras espaldas. Porque se nos está excluyendo de forma sistemática, pisoteando, incluso por otras mujeres. Porque se dejan libres a violadores, porque no nos creen, porque se publican libros de relatos de asesinos de hijos de mujeres maltratadas por violencia vicaria (término que está costando mucho, pero MUCHO, ser digerido), porque las mujeres somos RE VIC TI MI ZA DAS una y otra vez. ¡Qué puto asco ya! Perdón, me recompongo…

Y Lo que quede estaba aquí, en mis manos y solo podía pensar, «Joder, qué suerte y qué afortunada soy porque esta tía nos ha regalado lo más íntimo y personal». Nos habla de violencias y de amistades, de mariliendres y de colectivos, de dolores y de terapias, de pastillas y drogas… Pero, ¿cómo no voy a ser afortunada? Si Varela me está diciendo, «Oye, esto he vivido, pero soy fuerte y débil, soy feliz -o lo intento-, soy yo misma, soy lesbiana, con un cuerpo no normativo y hago lo que quiero y me da la gana».

Diosa Artemisa

Pues qué queréis que os diga, que Varela me ha activado mi resorte, botón o lo que coño sea eso que se bloquea. Y aquí estoy escribiendo esta reseña después de volver de las tinieblas. Y, aunque las sombras siguen ahí, siento que no es lo primero y testimonios como éstos me dan fuerza para enfocarme en mí misma.

A mi preciosa Irantzu, darte las gracias infinitas porque eres tan bonita por dentro como por fuera. Y tu fuerza, y tu ímpetu, y el énfasis, y tu seguridad, así, todo eso, y con esa voz -Qué voz nena…

Maravillosa Artemisa.

Gracias, V.

  • Fotos posteadas con permiso de la autora.

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Publicado por

Victoria Santisteban

Siendo lectora tardía, cuyo interés más intenso llegó en madurez, he de confesar que me falta tiempo material, como a todo hijo de buen vecino, pero ya no tiene nada que ver con el tiempo pasado. En realidad, las cosas como son, lo hago cuando me apetece de verdad, porque de otro modo, no se disfruta. Gracias a todo lo que he vivido, sobre todo, gracias a mi madre, que devoraba todo libro que llegaba a sus manos, y a sus momentos con Corín Tellado, aquí, en mi sitio, hago aquello que me gusta: escribir sobre cosas que leo. Aunque ya, en el albor de la tercera edad o cuarta (yo ya no sé cómo va esto) me he decantado por reflejar mis historias. A bien que lo llevo haciendo desde que era muy pequeña, es el momento. De todas formas, leer es sano, nos hace cuestionar las cosas que suceden a nuestro alrededor, nos hace más felices, mejores personas y con una mayor capacidad de compresión del mundo. Así que leamos. Esquelas, cómics, periódicos, etc., la cosa es hacerlo. Como, también, habrán observado, estas entradas de creación propia tampoco es que tengan un nivel digno de la RAE, pero igual para un ratico, que decía aquel... Nota: Tengan paciencia. Mi ritmo es lento, abarco varios campos y este es uno de ellos. Pero, es el que más me gusta, no lo duden. La curiosidad mueve el mundo, déjense llevar...

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