Momo de Michael Ende. Por Victoria Santisteban.

     Momo es una niña que vive en un anfiteatro, que viste de cualquier forma y que está muy delgada. Es guapa, con el pelo alborotado y tiene unos grandes ojos negros, igual que sus pies porque siempre va descalza. Momo es una niña muy buena, adora la libertad y siempre escucha a las personas, por eso todo el mundo la quiere. Momo es el regalo más hermoso de la ciudad donde está, donde vive ahora y donde están sus amigos.

     La historia de Momo ha sido como un soplo de aire fresco, de ese que te renueva como persona. Es una historia para recordar eternamente, para desempolvar la vida y despertar las ilusiones. Volver a leerlo, ha sido el mejor recordatorio de que la vida es hermosa, es hermoso vivirla y es hermoso disfrutar cada instante de su existencia. En sus líneas se destilan tantas emociones, como el amor limpio y puro de una chiquilla que ofrece su corazón y lo pone a disposición de todo aquel que quiera tomarlo.

     Es una historia repleta de enseñanzas que, por lo que sea , nos resistimos a aprender porque estamos inmersos en un sistema al que nos sometemos, bien porque queremos, bien porque no podemos hacer otra cosa.

     Michael Ende nos regala un torbellino de metáforas a través de Momo. La libertad, la alegría y felicidad, la fraternidad reflejada en cada una de las aventuras con Gigi Cicerone, Beppo Barrendero y Casiopea. Y el amor, sobre todo el amor, que rezuma por todas las partes de esta historia. La lucha por recuperar el tiempo de los agotados y sumisos vecinos de la ciudad, nos demuestra que siempre hay esperanza. Porque en nuestra realidad los hombres de gris son los despertadores por la mañana, los colegios de los niños, los trabajos de los adultos, los jefes y tus suegros que te miran mal porque no eres funcionario.

         

     Este libro debería ser lectura condicionante, que no obligada, en los colegios para enseñar a los niños que han de hacer cosas de niños, y en los trabajos, para enseñar a los padres que la vida solo se vive una vez y que es el instante y el momento lo que importa. No hace falta abandonar todo y coger una mochila y echarse a la carretera, pero sí deberíamos pararnos y reflexionar.

     La felicidad es un sentimiento perseguido por todos los mortales y la mayoría nos empeñamos en construirlo sobre los pilares de las posesiones, porque así lo tienen establecidos nuestros «hombres de gris» y el sistema capitalista con su «bombín gris». Todos tenemos nuestras flores del tiempo, pero duran lo que dura nuestra vida y no se regala, no se da, no se hereda. Se vive. Y todos tenemos, también, a un maestro Segundo Minuto Hora y es nuestra propia conciencia. Pero, aunque reconozco que es un trabajo por hacer y en el que tenemos que ponernos a una todos, Momo puede contribuir en esto porque es una historia extraordinaria, intemporal y, aunque diga que es más que recomendable, creo que no sería cierto porque creo que es obligado (aunque no fuera políticamente correcto).

     Volver a ti, momo me ha recordado que todo importa, que yo misma importo y ¡qué leches! ¡qué me encanta momo!

Gracias Michael. V.

*  Las imágenes del post han sido extraídas de las siguientes páginas web: contemplacion99.blogspot.com.es, latorredebabel.wordpress.com, lebriciolesulsentiero.blogspot.com.es, blog.educastur.es.

 

Share This:

Traficantes. Una historia con droga de Ricardo Fajardo por Victoria Santisteban.

     Mi segunda incursión en el mundo de los estupefacientes viene de la mano de Ricardo Fajardo. Una temática que no era santo de mi devoción, ni siquiera de la mano de Reverte. Pero como aconsejan ciertos sectores en los que me muevo, no hay que hacer suposiciones ni tener prejuicios con nada. Así que me desprendí del velo de la estúpida idea inculcada a lo largo de los años y dejé la mente en una zona neutra, en blanco y totalmente abierta.

     Los primeros instantes me parecieron sencillos, sin pretensiones. Esos son los hechos y así los relata el autor. Realidad a borbotones. Como ya dije, este es un tema que no me gusta por la dimensión oscura que tiene, basta con encender la televisión y ver la noticias. Pero los personajes no dejan de ser personas con emociones. Ricardo ha conseguido que empatice con el perfil del protagonista que no era de mi agrado a priori.

     Entre desafíos, falta de moralidad y palabras soeces, el autor me engancha con el devenir de Teo, un individuo estigmatizado por el mal carácter que se ve obligado a ganarse la vida de forma poco honrada. Una novela que manifiesta no sólo la historia del actor protagonista, sino del entorno económico, social y burocrático que le rodea.

     Un trágico suceso deriva al caos en el que el personaje se ve en el dilema de hacer lo correcto y seguir la corriente del sistema o hacer lo que mejor sabe hacer. Un sistema que le pone contra las cuerdas y con el que no puede y no quiere luchar.  Una novela de tensión constante y que a pesar del contexto hostil, deja un amplísimo espacio para los sentimientos y la humanidad. Me resulta imposible no visualizar el Seat Córdoba color amarillo canario, el horror y la desesperación de un padre.

     Entre toda esa anarquía, es hermoso como ciertos grupos sociales destilan normas de convivencia basadas en el respeto a la familia por encima de todo. Así a bote pronto, parecería algo muy normal, pero en un mundo donde la droga es el sustento, dejaría pie a pensar otras cosas.

     Una novela con una interesante moraleja que nos vuelve a poner los pies sobre la tierra, en esta realidad de actos difusos, de desidia, de corruptelas y de agonía.

Gracias Pepe. V.

Nota: Las imágenes que aparecen en el post han sido cedidas por el autor.

 

 

 

Share This: