Leer este libro fue ratificar lo que ya pensaba de Javier. Es un mastodonte de la economía, de la sabiduría y de la alegría. ¡Qué persona! Le conocí en un taller que organizaba la Diputación de Almería y que estaba impartido por la EOI (Escuela de Organización Industrial).
La primera impresión que tuve de Javier fue variopinta. Y como no soy amiga de las primeras impresiones, me quedé observando un buen rato. Me pareció una buena persona y muy amable y cariñoso en el trato a las demás. Como docente, pues me dejó muy impresionada porque no estaba, anteriormente, acostumbrada a recibir información de una manera tan agradable. Sabe como transmitir los conocimientos y que estés participando en ese momento, de forma que seas un cooperador necesario. Prueba de esto es este libro. Un tratado de lo más coherente que visto en mucho tiempo, de 7 puntos prácticos para activar y mejorar la economía doméstica y familiar. Pero no solo la economía del hogar ya que puede extrapolarse a una empresa perfectamente organizada y estructurada.
Una de las cosas que más me gustan de este libro es la proposición de implicación de terceras personas que se encuentren en situaciones similares. En este sentido veo un enfoque emocional. Por ejemplo, el hecho de tener una deuda con alguien, que la mayoría de las veces suele ser familiar o amigo, implica situaciones embarazosas y desagradables que preferiríamos evitar en nuestras vidas.
Otra cosa que me gusta es lo bien estructurado y organizado que está. Además, es sencillo y de fácil comprensión. No necesitamos más ladrillos de cientos de páginas, con un lenguaje farragoso. Lo bueno si breve, dos veces bueno. Me ha recordado que yo, antes, solía organizar mis pagos, mis deudas, mis gastos…en una libretita (que aún guardo, por cierto). Isa suele decir que «nada es por casualidad, sino por causalidad» (bueno ya lo decimos todos) y me puse con los ejercicios prácticos, más o menos, porque tuve la suerte que eran pocos los apartados a corregir. De hecho, una de las deudas, la resolví en muy poco tiempo y, en persona. Eso me gustó mucho. Satisfacción, sí, esa es la palabra.
Tengo que decir que a partir de ese momento todo fue bastante mejor (en todos los sentidos). Puse al día mis cuentas y me dediqué a organizar todo con mejor criterio. Ya había cancelado una tarjeta de crédito (tenía dos), lo que me dejó pensando, «¡ay que ver qué curioso que ahora tengo este libro y justo hace dos meses cancelé la tarjeta» (casualidad o causalidad…).
Pero con Javier no acaba la cosa. Hay más. El pico más alto fue conocer que tenía unos amigos comunes y que compartiríamos una celebración en Tarragona. Entonces sucedió algo muy hermoso. Javi, te conocimos más y mejor, disfrutamos de tu compañía y amistad y, por supuesto, de tu magnífico libro. Esto suma y sigue o como dice Fran «todo suma». Sabes que tenemos algo pendiente contigo, porque nos apetece y porque sí.
Gracias Javier, gracias por ser así. No cambies, eres genuino y en esencia, único.