Haber leído este libro me han generado varias sensaciones. Por un lado, la de gratitud, una gran gratitud hacia Alberto por la inquietud que le profesa a esta tierra almeriense y sus historias. Por otro lado, curiosidad, el motor del mundo (Lo único bueno que me me dijo una persona hace ya muchos años), una curiosidad que me hace percibir mi tierra con otros ojos, con expectación. Y es que, aunque me vuelva a repetir, vendemos mal o poco nuestra provincia. Porque tenemos una riqueza cultural tan grande como la que más.
Tengo que decirte que la antesala de las citas, me fascina. Quizá sea un detalle nimio para otras personas, pero a mi me encanta empezar el título o el apartado con una cita. Igual me pasa con las introducciones. Una estructura más que interesante.
Por citar alguna historia en concreto, el origen del espiritismo en Almería cuya afición era seguida por sectores adinerados, ha sido más que jugoso. Al igual que los cortijos encantados o las historias de Fort Bravo…Me he visto atrapada por la historia del barco Valbanera, que me refrescaba mi antigua afición por las historias y leyendas marítimas (como el triángulo de las bermudas, entre otras). Me vi sobrecogida por el accidente de trenes en Fiñana, ya que los orígenes de mi familia materna están allí y desconocía por completo esta historia. Curiosos y rocambolescos los acontecimientos de Sealand, dignos del guionista más valiente…
Recuerdo la crónica de lo acontecido con Adriana García y su trágica muerte, seguramente de la ruta nocturna que compartimos unos amigos y yo contigo. Una historia de la que se pueden extraer, sin duda, fragmentos socioculturales y políticos más allá de lo acontecido.
Cuando una ciudad calla y oculta secretos, sucede lo mismo que a una persona que no integra su pasado en su vida, sobre todo cuando este es doloroso, que se enquista, hasta que se vuelve enfermedad y hay que operar. Yo soy de las que opinan que hay que aceptar y hablar. Resolver el pasado, porque sino suceden cosas. La ciudad es un ente que siente a través de los lugares , las personas y sus leyendas (y no tan leyendas) y a veces grita. Buena nota de ello has dado en el libro. Creo que Almería lleva gritando mucho tiempo de dolor, como otras tantas ciudades de nuestra geografía…Por culpa del olvido y la desidia .
Opino que este ha sido el colofón perfecto a una serie de «historias del otro lado», por llamarlas de alguna forma. Seguramente hay más historias por ahí, pero entiendo que, a veces, se hace cuesta arriba ir contracorriente. Almería tiene mucho que avanzar, integrar y asumir. Y eso lo aporta la cultura, el saber y el progreso. Sirvan como ejemplo tus trabajos para que nos ayuden a refrescar el inconsciente colectivo.
Decirte por último, Alberto, que esa «esencia de antaño» aún no se ha perdido. Algunos la seguimos conservando, aún siendo de ciudad…
Gracias. V.