¿Qué dirían si pudieran permanecer eternamente jóvenes? ¿Acaso no es eso lo que intentamos todos los días de nuestra terrenal vida? ¿Somos lo suficiente vanidosos y narcisistas como para afrontar la idea que este tipo de «contrato virtual y/o espiritual» tiene un coste? ¿Cuánto estaríamos dispuestos a soportar? ¿Qué estaríamos dispuestos a sacrificar? Y, lo más importante, ¿Estaríamos dispuestos a cargar el coste con todas sus consecuencias? Si no tienen ninguna dificultad y/o contradicción personal con estas cuestiones, entonces tienen todo el perfil del protagonista de esta historia.
El autor
Oscar Wilde, nacido con el nombre de Oscar Fingal O’Flahertie Wills Wilde, nació en Westland Row, Dublín, Irlanda el 16 de octubre de 1854. Mediano de 3 hermanos 1, fue educado en casa hasta la edad de 9 años. Estudió en la Portora Royal School de Euniskillen, tiempo en el que perdió a su hermana 2. Posteriormente, en el Trinity College de Dublín y, más tarde, en el Magdalen College, de Oxford, gracias a una beca y donde fue premiado con varios premios de poesía clásica como el Newdigate, un prestigioso premio de la época. Fue en el Trinity College donde su tutor, John Pentland Mahaffy 3, despertó su interés por la literatura griega y donde, además, ganó la medalla de oro de Berkley. Durante sus estudios universitarios se sabe que viajó a Italia y Grecia, además de compaginar la escritura para varios periódicos y revistas.
Tras graduarse, vuelve a Dublín y conoce a Florence Balcombe 4 de la que se enamora. Pero, como esa relación no termina de forma fructífera, toma la decisión de establecerse en Londres. Allí conocerá a Contance Lloyd con la que se casará y tendrá dos hijos. Durante este tiempo, Wilde, producirá gran parte de su vasta obra 5, además de editar la revista femenina Woman’s World. Asimismo, Wilde, que se había convertido en un personaje importante, daría varias conferencias en Estados Unidos sobre el esteticismo.
Escritor, poeta y dramaturgo, fue un autor al que le influenciaron los clásicos griegos y escritores, y tutores, como Walter Pater y John Ruskin le introdujeron y guiaron en la Filosofía estética. Parafraseando a lamenteesmaravillosa.com, «El esteticismo o filosofía estética consistió en un movimiento artístico nacido para oponerse a la moral rígida de la época victoriana, cuyo ideal promulgaba vivir como si toda su vida fuese una obra de arte, llevar el estandarte de la belleza y hacerlo intensamente. Siendo una filosofía que se revelaba contra el materialismo, fealdad, e industrialismo victoriano, ha sido, y fue, un movimiento que instaló la idea del retorno a lo artesanal sea cual fuere su creación artística. Y, así es, como nuestro autor fue uno de los mayores representantes del esteticismo literario».
Hoy en día, seguimos viendo este movimiento en mayor o menor medida. Pero me da la impresión que muchos seguidores de este movimiento lo han tergiversado haciéndolo ser o parecer elitista y un tanto detestable. He de decir que conozco a varias personas que profesan algo parecido, simplificándolo a cuestiones materiales o de «experiencias vip» que sean fáciles de trasladar a las RRSS. Porque de lo que no se habla o no puede verse en Instagram, no existe, lo cual no nos hace buenas personas necesariamente, más bien guays compiyoguis chachipirulis. De hecho, por lo que a mí respecta, prefiero que este tipo de gente no esté en mi vida y en eso, ando bastante ajetreada.
Física y estéticamente hablando, Wilde fue un hombre fuera de su época, una rara avis. Se opuso a los cánones deportivos masculinos, se dejó el pelo largo y decoraba su habitación de estudiante con plumas de pavo real y flores como los girasoles. Esto le valió varias mofas y caricaturas en la prensa estadounidense (como no…). Pero lejos de amilanarse, su popularidad creció. Pero, ésta empezó a decaer cuando el marqués de Queensberry le envió una carta en la que le acusaba de homosexual, por la relación que, sospechaba, tenía con su hijo Lord Alfred Douglas. La decadencia se la habían comenzado 6.
La sociedad británica, esa de rancio abolengo, no toleró a una persona como Wilde con gustos extravagantes y «relaciones» un tanto ambiguas. Él se mantuvo fiel a sí mismo y, en la soledad de la prisión parece ser que comprendió que debía mantenerse fiel a su filosofía, ya que rehuyó de la relación que mantenía con Lord Alfred Douglas al que le tildó de distracción de su arte y destrucción de su intelecto.
“Voy a empezar diciéndote que me culpo terriblemente. Aquí sentado en esta celda oscura, vestido de presidiario, infamado y hundido, me culpo. En la noches de angustia perturbadas y febriles, en los días de dolor largos y monótonos, es a mí a quien culpo. Me culpo por dejar que una amistad no intelectual, una amistad cuyo objetivo primario no era la creación y contemplación de cosas bellas, dominara enteramente mi vida.”
De profundis, O. Wilde (1905)
Sin embargo, al salir de prisión volvió con él y se trasladaron a París, hasta que el dinero amenazó con dejar de llegar y, entonces, se murió el amor7. Oscar Wilde Murió en París como Sebastián Melmoth debido a las complicaciones de una afección mal curada y que le provocó una meningitis. Pero no murió en la más estricta soledad económica y personal, ya que siempre estuvo rodeado de un pequeño círculo de amistades que le ayudaron hasta el final.
Wilde era una persona muy aguda y ácida en sus sentencias. Aquí les pongo algunas que están rabiosamente de actualidad…
«No hay necesidad de separar al monarca de la mafia: toda autoridad es igualmente mala».
«¿Qué es un cínico? Es un hombre que sabe el precio de todo y el valor de nada».
«Cada vez que la gente está de acuerdo conmigo siento que me estoy equivocando».
«Aconsejar de economía a los pobres es como aconsejar comer menos a un hambriento».
«La sociedad nunca perdona al soñador. Sí al criminal».
Consideraciones previas
El mito de Fausto bien podría ser el preámbulo que introdujera la novela de El retrato de Dorian Gray. O viceversa. Y la historia de Dorian Gray bien podría ser la moraleja del mito de Fausto. Y es que la leyenda clásica alemana por excelencia no podría ser la mejor expresión para esta tragedia.
Parafraseando a José Miguel García de Fórmica-Corsi en la manodelextranjero.com, «Fausto accede a vender su alma a Mefistófeles, a cambio de sabiduría, juventud y de la más alta revelación. Pero como todo mito que se precie, el protagonista acaba por simplificarlo todo al ansia de poder, de ostentar y de ser divino para elevarse por encima de los simples mortales».
La historia nos traslada la inquietud desmedida por permanecer joven y bello, lo que nos hace reflexionar sobre lo estético y el arte. Como Fausto, una de las claves principales de la historia, gira en torno al narcisismo. Un narcisismo enfermizo que aboca al protagonista a hacer cualquier cosa para mantenerse joven, incluso vender su alma.
Una suerte de catarsis entre un hedonismo exacerbado y la moral imperantes de la época que primaban la decencia y el decoro que, casi siempre, sometía a la exigente sociedad británica, frente al esteticismo que ensalzaba la armonía, el arte y la belleza, cualquiera que fuera su expresión. Una sociedad saturada de hipocresía a la que Wilde solía dejar en evidencia en sus escritos.
Además de reflejar su crítica a la sociedad, Wilde supo plasmar la vanidad o aquellos comportamientos que se oponían a las normas establecidas y cuyas convenciones sociales llamaron en más de una ocasión «locura, desequilibrios mentales o delirios», que no cuadraban con el uso habitual del razonamiento estándar.
La historia
El argumento gira en torno a Dorian Gray, un joven que vuelve a la ciudad después de pasar unos años en el campo y, tras el fallecimiento de su abuelo. Dorian posee esa inocente juventud que tiene todo por descubrir, sin experiencia, fácilmente moldeable (una cuestión que Basil recriminará a Lord Henry en alguna ocasión, al notar que Henry iba esculpiendo a Dorian a su antojo). Dorian necesita ser conocido y aceptado en un círculo de amistades, así que Basil Hallward y Lord Henry Wotton lo introducen en las costumbres de la sociedad.
Lord Henry, seguidor acérrimo del hedonismo, empieza a esbozar pinceladas relacionadas con este movimiento a sabiendas que acaba de ganarse un admirador. Dorian no puede ocultar la admiración que profesa por todo lo que dice su nuevo amigo. Este sentimiento se materializa cuando Basil le hace un retrato.
«Lo único que vale la pena en la vida es la belleza y la satisfacción de los sentidos»
Lord Henry Wotton
Según expresaría el propio Basil, «He puesto en él demasiado de mí mismo» sintiendo que era imposible exponer el cuadro, a pesar que Lord Henry le había aconsejado lo contrario.
«Es tu mejor obra, Basil, lo mejor que has hecho. No dejes de mandarla el año que viene a la galería Grosvenor. La academia es demasiado grande y demasiado vulgar. Cada vez que voy allí, o hay tanta gente que no puedo ver los cuadros, lo que es horrible, o hay tantos cuadros que no puedo ver a la gente, lo que todavía es peor».
Lord Henry Wotton
Mientras posa para el retrato, Dorian se empapa de los valores que transmite Henry a la par que habla con Basil, haciendo ver a Dorian de lo efímero de la juventud. Por eso, al ver el retrato terminado expresa su frustración cuando se da cuenta que el cuadro permanecerá íntegro e inalterado y él envejecerá.
«¡Qué triste resulta!-murmuró Dorian Gray, con los ojos todavía fijos en el retrato-. Me haré viejo, horrible, espantoso. Pero este cuadro siempre será joven. Nunca dejará atrás este día de junio… ¡Si fuese al revés! ¡Si yo me conservase siempre joven y el retrato envejeciera! Daría…, ¡daría cualquier cosa por eso! ¡Daría el alma! (…). Lord Henry Wotton tiene razón. La juventud es lo único que merece la pena. Cuando descubra que envejezco, me mataré».
Dorian Gray
En sus salidas nocturnas, Dorian conoce a una bella actriz de teatro de la que se enamora, pero al invitar a Basil y Henry a verla actuar en una de las obras, Sibyl Vane les ofrece una pobre actuación, carente de profesionalidad y sentimientos. Cuando él va a verla al camerino, ella le explica que ha sido su amor por él el que le ha impedido representar personajes artificiales. El mito de su actriz amada muere para Dorian aquella noche y acaba la relación. Al no soportar la idea de estar sin él, Sibyl Vane decide suicidarse ingiriendo un veneno.
«Has matado a mi amor. Solías despertar mi imaginación. Ahora ni siquiera despiertas mi curiosidad, simplemente no produces ningún efecto. Te amaba porque eras maravillosa, porque tenías genio e inteligencia, porque hacías realidad los sueños de los grandes poetas y dabas forma y sustancia a las sombras del arte. Y has tirado todo eso a la basura. (…).
Ahora ya no significas nada para mi. Nunca volveré a verte»
Dorian Gray
Al volver a casa, Dorian percibe algo distinto en el cuadro, una leve mueca de crueldad. Entonces, sospechando que su deseo podría haberse hecho realidad, decide esconder el retrato en el sótano, donde solo él tiene acceso.
Cuando Basil decide que quiere exponer el cuadro, se lo reclama a Dorian, éste se niega y le explica que es imposible. Finalmente, se sincera con él y le muestra la razón de por qué no puede exponerlo. Basil le recrimina su comportamiento y sus pecados y en un arranque de ira, Dorian le asesina.
Para ocultar lo sucedido, implica a su antiguo amigo Alan Campbell, bajo amenaza de desvelar algún oscuro secreto, que le ayuda a deshacerse del cuerpo. Alan terminará por suicidarse, al no poder afrontar lo sucedido.
Así y con todo, Dorian acentúa la espiral de degradación moral que se ve reflejada en el cuadro. «El príncipe encantador» como le llamaba Sibyl, sigue permaneciendo joven y bello por fuera, pero angustiado por dentro.
Han pasado los años y Dorian desea cambiar, se ha enamorado de una joven campesina, Hetty Merton, con la quiere rehacer su vida y en un intento desesperado por acabar con su tormento, atraviesa el cuadro con el mismo puñal con el que asesinó a Basil. Al día siguiente, los sirvientes de la mansión encuentran el cuadro intacto y un cadáver envejecido con un puñal clavado en el corazón, a sus pies.
Reflejos
Es posible que esta novela la leyeran hace décadas, y quieran volver a leerlo. Háganlo. Si no, háganlo, también. Seguramente es un libro recomendado hasta la saciedad, pero es que su fama lo merece. Y, aunque el argumento es sobradamente conocido, para nota un botón en el apartado anterior, siempre se encuentra éste o aquel detalle al que puede que veamos desde otra perspectiva.
Su fama, también, se debe a las adaptaciones a la gran pantalla. Yo, personalmente, recomiendo la versión de 2009 de Oliver Parker, que estoy casi segura le hubiera gustado a Wilde con los cambios del director y giros de guion, a pesar de los aspirantes a críticos de cine, a los que Wilde hubiera puesto más que finos con su particular y agudo ingenio.
Actualmente, como mencionaba anteriormente, existen muchos/as Dorian Grays. No hasta el límite de esta historia de ficción, que se sepa, claro. Pero, por desgracia vivimos en una sociedad que prima la belleza hasta límites tan crueles que, de lo contrario no entras en ella. Y sabemos, sobradamente, que este crueldad se ha llevado demasiadas vidas por delante.
Si tus medidas, el color de tu piel, tu pelo y, por supuesto, tu peso, no son estándares, mal. Estamos inmersos en la sociedad de la imagen, que no arte, son cosas distintas. Asociamos una imagen bella a tonterías varias y, casi siempre, las más afectadas son las mujeres. Pero ellos, «haberlos haylos, también, como las meigas».
Como en la sociedad inglesa victoriana, por estos lares la hipocresía campa a sus anchas por los campos de Castilla y aledaños. Y a las grandes corporaciones y a sus campañas publicitarias, manchadas de verdaderos pecados, tenemos que darles gracias infinitas por el afán que ponen en perpetuar valores falsos y carentes de sentido.
Vivan todo lo bien que puedan, y si puede ser sin molestar a los demás, mejor. Y cuídense, física y mentalmente. Póngale un poquito de solidaridad y aparquen el egoísmo para cuando estén en su más absoluta soledad. Y, acuérdense de aquellas personas que alguna vez sintieron que ustedes significaban algo y se lo demostraron. Háganlo, porque de lo contrario, sus almas se desvanecerán en el infinito y nunca quedarán plasmadas en cuadros mágicos, ni siquiera en recuerdos ajenos.
Gracias. V.
Notas:
1: Familia – Su padre, sir William Wilde, era cirujano especialista otólogo, además de oftalmólogo; la madre, Jane Frances Agnes Elgee, poetisa, solía utilizar el seudónimo de Speranza; su hermano mayor, Willie Wilde, trabajó de periodista para el Punch, Vanity Fair, y editorialista para el The Daily Telegraph; y su hermana menor, Isola Francesca (1857-1867).
2: Wilde escribiría el poema «Requiescat» (1875) dedicado a su hermana que falleció debido a una meningitis y lo incluiría en la primera antología «Poems» (1881).
3: Wilde se refería a su tutor como «primer y mejor profesor», mientras que éste hizo lo propio refiriéndose al autor diciendo haber esculpido su personalidad, aunque más tarde lo calificaría como «la única mancha de mi tutela».
4: Oscar Wilde se enamoró de Florence Balcombe, pero éste no fue correspondido y Florence terminó por casarse con Bram Stoker.
5: En su obra destacan cuentos como El príncipe feliz y otros cuentos o El crimen de Lord Arthur Savile y otras historias; Obras de teatro como El abanico de Lady Windermere o Salomé; Poemas como La balada de la cárcel de Reading o La esfinge; Novelas como De profundis o Teleny.
6: Wilde, mal aconsejado por Lord Alfred Douglas, denunció al marqués de Queensberry por difamación y perdió el juicio. Además, fue enjuiciado, de nuevo por sodomía y grave indecencia, siendo condenado a dos años de trabajos forzados, lo que se llamó a ser una sentencia ejemplarizante. En la cárcel escribiría De profundis y La balada de la cárcel de Reading.
7: Lord Alfred Douglas estaba considerado como un ferviente racista. Está claro que una de las más importantes razones de Lord Alfred Douglas por estar con Wilde eran el dinero y el tren de vida. De hecho se sabe que se casó con Olive Eleanor Custance tras la relación con Wilde. Y aunque, más tarde, renegó de varios pensamientos, se convirtió al catolicismo más conservador. Todo un dandi… La mujer de Wilde, Contance Lloyd, le quitaría el apellido a los hijos, a pesar que éste continuó enviando dinero. Paradójicamente no se divorciaría nunca de él.
Fuentes biografía:
- Fernández, Tomás y Tamaro, Elena. «Biografia de Oscar Wilde». En Biografías y Vidas. La enciclopedia biográfica en línea [Internet]. Barcelona, España, 2004. Disponible en https://www.biografiasyvidas.com/biografia/w/wilde.htm [fecha de acceso: 5 de agosto de 2022].
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- Biografía de Oscar Wilde. (n.d.). Elresumen.com. Retrieved August 7, 2022, from https://www.elresumen.com/biografias/oscar_wilde.htm
Fuentes sinopsis:
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- Imaginario, A. (2017, March 8). El retrato de Dorian Gray: resumen, personajes y análisis. Cultura Genial. https://www.culturagenial.com/es/el-retrato-de-dorian-gray-de-oscar-wilde/
- Org, O. W.-H. (n.d.). El retrato de Dorian Gray. Https://biblioteca.org.Ar/Libros/130156.Pdf. Retrieved August 7, 2022, from https://biblioteca.org.ar/libros/130156.pdf
Citas extraídas de:
- Haykal, izzat. (2017, June 14). Las 110 mejores frases de Oscar Wilde. Psicologiaymente.com. https://psicologiaymente.com/reflexiones/frases-oscar-wilde
- ICON. (2019, October 16). 33 frases de Oscar Wilde que siguen sonando rabiosamente modernas 165 años después. Ediciones EL PAÍS S.L. https://elpais.com/elpais/2019/10/16/icon/1571222688_260022.html
Imágenes:
- Oscar Wilde: citas y frases – AlohaCriticón. (2020, July 22). AlohaCriticón. https://www.alohacriticon.com/literatura/citas-frases/oscar-wilde-frases/
- Sáliche, L. (2017, December 1). Cómo fue el final de la vida de Oscar Wilde. infobae. https://www.infobae.com/america/cultura-america/2017/11/30/como-fue-el-final-de-la-vida-de-oscar-wilde/
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- El retrato de Dorian Gray » Premios Goya 2022. (n.d.). Premiosgoya.com. Retrieved August 8, 2022, from https://www.premiosgoya.com/pelicula/el-retrato-de-dorian-gray/