Para los apasionados de la lectura de intriga, suspense y ciencia ficción, leer un libro de relatos cortos de este calibre, es todo un lujo. Ha sido una montaña rusa de sensaciones, algo así como lo que sentía con las historias de Bradbury o como cuando me quedaba pegada al televisor cuando ponían Más allá del límite. Una de las novelas de ciencia ficción que cayó en mis manos, mucho antes de la de Jordi, «Simulacron 3» de Daniel F. Galouye, ya me dejó tan impactada que decidí que este género era uno de mis «elegidos». Y volver a sentir tantas mariposas en el estómago, tengo que decir, que me ha reactivado este reloj del misterio.
La primera de las historias, Julia me rememora aquellas de intriga y policiales de la bestia del suspense como era Agatha Christie. Me siento mejor sabiendo que no toda la intriga terminó con ella. Julia es un texto prometedor y elegante, a tenor del conocimiento que tengo que es el primero de su autor. Salvando algún pequeño detalle, que le aporta humanidad y que podría haber eliminado y no hizo (esos detalles se recuerdan con cariño a posteriori), creo que es una historia interesante y tiene todos los ingredientes adecuados para tener una lectura plena y placentera.
Con respecto a los demás relatos, comentar que me resulta casi imposible decantarme por ninguno en particular. Cada historia tiene su propio microuniverso, principio y fin. No saben «cortas», saben ricas en acontecimientos, personajes y tramas. Unas tramas que te atrapan. Me han parecido unos relatos de misterio cuya fluidez natural me han confirmado el fondo creativo de su autor. De repente pienso que la versión impresa o digital, tiene tantas posibilidades, que puede ir más allá. Eso lo dejo en manos de aquellos que posean las herramientas adecuadas para llevarlo a cabo.
Por todo esto, hablar de Jordi es hablar de creatividad y, además, de una con una característica muy peculiar. Yo la llamo creatividad «radial» que va desde el arte gráfico, dibujo y diseño, hasta la pintura al óleo. Son radios de la rueda de una bicicleta, de la que empezó a rodar a finales de la década de los 50 en su Barcelona natal. Un conjunto de pilares lo suficientemente robustos y sólidos como para confirmar el carácter de un auténtico autodidacta nato. Un artista hecho a sí mismo.
Grandes historias. Elaborados relatos. Una cascada de emociones, sensaciones y pasión, emanan y se desbordan de sus páginas.
Aquí estoy, esperando, esperando. Aguardando…otro cuento…otro relato…otra historia…
Gracias Jordi.
V.