La Magdalena: Verdades y mentiras, Óscar Fábrega

María Magdalena era una santa, una apóstola, una pecadora y una arrepentida. Pero, también, era madre, esposa de un tal Jesús, que pasaba por ahí y una viajera, como Federo el Viajero…

La Magdalena, portada libro

Mi abuela se llamaba Magdalena. Ella era una beata de tal nivel que teniendo la morfina en casa para aplacar los dolores que mi abuelo tenía por su cáncer de estómago, pues no se la daba. Ella decía que la Iglesia católica aconsejaba sufrir para llegar antes al paraíso celestial. Y, claro, ella como buena beata, obedecía, y así mi abuelo murió retorciéndose de dolor. Y es que la Iglesia siempre ha sido una institución experta en lanzar mensajes sectarios, que son recogidos por creyentes practicantes, como era mi abuela. Luego hacía cosas más aceptables, como llegar la primera a la iglesia del barrio, para preparar, e irse la última, para recoger. Ella no lloraba como una magdalena, nunca lloraba.

Mi abuela no se parecía mucho a la Magdalena mágica de la Iglesia. Ésta era una auténtia fashion diva, para bueno y para malo. Oye, que la Iglesia, después de ultrajar su figura, sacaron el mayor rédito posible, hasta ensalzarla a las mayores cotas de la puritica santidad. No hay mayor empresa capitalista voraz que la Iglesia. Y es que de todo han hecho negocio y la María Magdalena no iba a ser menos.

La Magdalena transicionó de prostituta pecadora a redimida señora decente acérrima, propagadora del evangelio de Jesús y santa santísima apóstola. Entre medias de todo eso, le dio tiempo a casarse con Jesús, o no; tuvo, también, descendencia, o no; Se fue a Francia o a otros países, o no.

Hay un fragmento del libro que resume a la perfección la imaginación de esta religión, y con permiso del autor lo transcribo: » Magdalena, con la satisfacción del trabajo bien hecho y ansiosa por llevar una vida contemplativa, dejó el apostolado y se retiró como ermitaña a una cueva para vivir en absoluta soledad. Se cuenta que pasó todo aquel tiempo desnuda, vistiendo solo una frondosa y larguísima cabellera, y que solo se alimentaba del canto de los ángeles, que la elevaban siete veces al día…». Pero espera que hay más, «(…) Un curita que pasaba por allí, 30 años después, pudo contemplar atónito, el ritual de los ángeles y La Magdalena y que unas fuerzas invisibles (…) se lo impidieron…».

A ver, esta señora estuvo 30 años comiendo canticos angelicales y estuvo tan fresca. Y eso que del beber no tenemos constancia. Igual estuvo bebiendo luz celestial, a saber… Pero la pregunta del millón sería, ¿existió este personaje del que habla nuestro sagrado libro mágico? (Bueno, igual habría que preguntarse si existieron todos los que salen en él…).

Pues no parece (modo ironía on). Pero es que da igual cuántas preguntas retóricas nos formulemos, a la Iglesia eso le da igual. Así se construyen sus relatos ficticios, esto lo pongo, esto lo quito, esto lo adorno, esto lo copio de otro culto y tiro porque me toca. Si es que no teniendo nada qué van a hacer, qué van a vender…

Y es que, si algo sabe la Iglesia es vender, vender mentiras y cometer delitos. En esto último, son unos verdaderos cracks. Pero, oye, que no pasa nada por tener deslices con unos niñitos, que la culpa es de los padres que los visten para provocar.

En fin, las historias de los santos, las vírgenes, los apóstoles y los papas, no tienen fin. Y como son interminables, ¿por qué no tendrían que ser divertidas? Ya lo decía Nieves Concostrina en alguna entrevista de cuyo programa no quiero acordarme, algo así como que la biblia hay que leerla porque es un libro divertidísimo.

El autor, Óscar Fábrega

Yo recomiendo la lectura de este librito porque todos necesitamos manuales para estar al día de las cosas de la religión. Así, si nos sale al paso algún cuñado, poder contestar con propiedad. Saber las cositas de la Iglesia, también, es aconsejable, que luego nos venden la pureza de una institución que tiene de todo, menos virtudes. También estaría bien que pagaran más impuestos y como dice, de nuevo, Nieves Concostrina, «En España no habría rey y la Iglesia pagaría más impuestos si se hubiese contado su verdadera historia».

Agradecer a su autor que escriba todas estas cosas y que no nos deje caer en la tentación de la desidia y la ignorancia.

Espero que el próximo venga de la pluma de Raquel, que intuyo que tiene muchas cosas que contar…

Gracias, V.

  • Las imágenes son las fotos aportadas por la escritora del blog.

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Pongamos que hablo de Jesús de Óscar Fábrega.

Antes de empezar a comentar este libro quiero dedicarte unas palabras a ti, Óscar. De entrada pedirte mis más sinceras disculpas por haber tardado tanto, pero este ha sido, y es, un año complicado en el terreno personal y aún sigo algo descolocada. En segundo lugar, agradecerte a ti, individuo de dudosa estampa, el maravilloso gesto que tuviste conmigo. De todas las personas y/o autores, tenías que ser precisamente tú, el que tuviera este gran detalle, pero de los de verdad.  No voy a entrar en más particularidades, esto se queda entre tú y yo. Reiterarte mi agradecimiento.

Óscar Fábrega Calahorro

Este libro es el tercero del autor que cae en mis manos. Siempre ha sido un tema que me ha interesado bastante y que no había tenido la oportunidad de materializar, al menos de forma tan directa. Ya que en otras ocasiones he leído otras obras que trataban esto de una forma más dudosa e indirecta. Como siempre mis ratos de lectura quedan relegados a mis ahora invernales y frías noches asiáticas, que lo son y mucho. Para ir entrando en materia decir que aún sigo con los ojos abiertos como platos. Ha sido un espectáculo de datos históricos y vamos, como diría Mariano «Como Dios manda».

Portada libro

Que yo diga que esta obra de investigación es muy buena, pues tampoco sería algo del otro mundo. Todo aquel que la haya leído, lo sabe, ya sea de una opinión o de otra. Porque para leer un libro así hay que despojarse de prejuicios e ideas preconcebidas. De lo contrario, caeremos en los mismos errores de aquellos que piensan que son «otros» los que se equivocan.

Me encanta complacer mi necesidad de saber cosas, o «cosicas» como dice el autor. Entre otros motivos porque su sentido de la objetividad es el que tiene que ser. Y esto, así, es muy fácil escribirlo, pero ser objetivo como tal, no lo es. No amigos, y el que diga que lo es, es un pecador (bueno habrá quien lo sea). De hecho, muchos nos vanagloriamos de serlo (yo incluida en el pack) y queda muy interesante decirlo, pero no. Siempre queda ese substrato que nos tira hacia una postura más que a otra. De hecho lo vemos todos los días en las RRSS. Distinto es cuando alguien quiere imponer su opinión, entonces faltamos a la consideración y deferencia de otros. Al respeto, vamos. Y estas son las dos palabras que rigen el trabajo de un historiador, objetividad y respeto, además, por supuesto, de profesionalidad y esfuerzo. Escribir un ensayo sobre la vida de Jesús es un trabajo del que no puedo imaginar todo lo que habrá invertido su autor. Quiero dejar esto claro, porque me consta que este libro, ya tiene detractores. Espero que lo hayan leído, como mínimo…

Pero, ¿Jesús existió? Y si existió, ¿fue ese señor del que cuentan que hacía milagros? La sábana ¿es santa?, ¿resucitó de entre los muertos? María Magdalena ¿era su novia? La virgen María ¿era pura y está en cuerpo y alma en el cielo?

Es ciertamente turbador que escritores e historiadores de la época en la que se supone que vivió Jesús, ni siquiera le mencionen. ¿Plutarco y Séneca no le conocían?, ¿no sabían de él? Así lo deja patente el autor. Y yo lo creo, también. Más aún, cuando parece estar demostrado que no sólo se rellenaron huecos en el Nuevo testamento, sino que se utilizaron fragmentos del Antiguo testamento, en el que ya se vaticinaba la llegada de un mesías.

Luego está la controversia de quiénes fueron sus padres y de la castidad y pureza de ellos, o no. Si María, la madre de Jesús nació con el pecado original (como todos los demás mortales) o no. Y así, en el Concilio de Letrán se establece por dogma la virginidad perpetua de esta señora y asunto arreglado, como dice el autor.

Como todo lo acontecido en la fabricación de la biblia, el hecho que los evangelios no casen unos con otros, diría mucho de la credibilidad de la misma. Como mínimo, sería para hacerse preguntas. Que unos relaten la pasión de Cristo o la resurrección y, por otro lado, otros ni lo mencionen, cuando menos es extraño. Que no se pongan de acuerdo en quiénes fueron algunos actores, pues también dice otro poco.

Luego están esos elementos llamados reliquias. Todo el mundo tiene la suya, incluido el Santo Prepucio (y la señora que se casó místicamente con Jesús y lo que  hacía con este prepucio…) y los Santos pañales (usados, eso sí, que si no, la cosa no funciona). Del mismo modo, Jesús, también estuvo en todos los países como Inglaterra, Egipto, India, Japón. Y todo con un cierto sentido lucrativo, además de religioso, claro…

Ahora llega la navidad, que es una fiesta cristina, y casi todos lo celebramos, yo incluida, por supuesto (aunque más que celebrar la fiesta cristiana, sólo celebro la fiesta, dejémoslo  así). Pero es que ni en esto se pusieron de acuerdo. Según Lucas, ni Reyes magos ni estrella de Belén. Como tampoco que nadie se haga eco sobre algo más de 20 años de la vida de Jesús (desde el regreso a Nazaret hasta su bautismo). Pues estamos apañados…

Demasiados huecos en blanco como para no hacerse preguntas. Demasiadas historias que no concuerdan dentro del marco histórico. Son demasiados descuadres que yo tampoco quiero aquí contar. Para eso está el libro, compradlo. También se puede consultar la biblia, ¿quién no tiene una en casa?, o los evangelios apócrifos (algo se puede encontrar en internet), el Libro de Urantia (está en internet, pero os sugiero que dispongáis de tiempo, y mucho…) o los Registros akásicos (también se puede encontrar algo en internet). Pero también, por respeto a la investigación, tampoco se elimina la posibilidad de la existencia de un Jesús histórico, aunque no haya pruebas fidedignas.

Pongamos que hablo de Jesús, es un libro claro y asequible en su lectura. Con un trabajo de análisis impecable y comprobado implicándose en la materia desde el respeto (vuelvo a repetir), y asumiendo las consecuencias con naturalidad. Tanta que el autor se toma licencias del estilo «y asunto arreglado» o «con un par». Así que estas noches también, han sido divertidas.

Por todo esto, es necesario un pensamiento crítico constructivo de este calibre, que camine entre nosotros día a día. Porque se nos está yendo la cabeza por derroteros muy oscuros. Y si no nos cuestionamos todo en esta vida, seguiremos presos del mito de la caverna.

Gracias, V.

  • Imágenes extraídas de la web: oscarfabrega.com  con expresa autorización del autor.
  • Para más información http://oscarfabrega.com/.

 

 

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