Darío Fernández Álvarez es un abogado criminalista de una talla difícil de encontrar, fuera de la escala del nivel. Debiera ser habitual tener abogados profesionales, de convicción y vocación en esta España nuestra, y no sucede así, aunque haberlos haylos, pero andan muy escondidos. Nacido en Santa Fé de Mondújar, provincia de Almería, tuvo una especial situación familiar que no le impidió ser lo que fue y lo que es.
Darío Fernández decía con sus propias palabras, «Me han exiliado de la profesión por asfixia del sistema, ¡cuántos obstáculos he vivido para poder ejercer una abogacía decente! Y es que en los tiempos del «no ha lugar» por sistema (y la prevaricación) en el que los jueces eran (¿son?) más de conveniencia que de formación y los propios colegios de abogados tenían una casi nula resonancia, empezó a sobresalir un abogado de renombre (Su caso legal más conocido y mediatizado fue el Caso Almería). Y es que nuestro sistema parecía (¿parece?) estar lleno de fisuras tan colosales, como si de la Tectónica de Placas estuviésemos hablando. Un sistema corrompido por la arrogancia y prepotencia del «trinomio». Las comparaciones son odiosas, pero cuando se trata del sistema judicial, es un deber y Europa puede ser uno de los mejores espejos en el que mirarse.
Darío Fernández nos relata en este libro algunos de los casos en los que queda patente toda esta desfachatez y despropósitos.
Yo no soy abogada, no tengo, ni de lejos, el perfil en el que hubiera pensado este señor, cuando escribió el libro. De hecho, su epílogo está dedicado a jóvenes abogados. Pero tengo curiosidad y el hecho de leer y estudiar (sí, estudiar) este valiosísimo ejemplar ha sido algo indescriptible. Me he enfadado, he llorado, he reído y he investigado. Me he sentido muy activa. Pero también, he conocido locuciones, actuaciones y protocolos del contexto judicial que desconocía, tanto los correctos, como los que no son correctos, e incluso, los atroces e injustos.
Ha sido un viaje por sus palabras y sus sentires. Quiero mirarlo desde la justa perspectiva en la que un hombre, abogado, se dedicó en cuerpo y alma a hacer su trabajo de la única forma que conocía, bien hecho («Mi conciencia es mi único legislador»). Soy una privilegiada por haber disfrutado de su clase magistral y por sentir la llamada del conocimiento y la verdad. En alguna ocasión que alguien me he preguntado por esta lectura y, por ende, Darío Fernández, siempre he contestado lo mismo: Darío Fernández Álvarez es lo mejor que ha parido el derecho en este país y es de Almería.
Gracias Sr. Fernández Álvarez. V.
*Las imágenes han sido extraídas de la web www.arraezeditores.com y de www.noticiasdenavarra.com.
Un comentario en ««La justicia manchada de España». Reflexiones y vivencias de un abogado. Vol. I. Por Victoria Santisteban»