Nonsense and everything else, V

Grandes momentos estelares de la estupidez mundial, llevada a cabo por estúpidos en general. Sean gilipollas, imbéciles y todo el arco de la estupidez, en general.

Si me permiten un consejo y, si no, también se lo daré, porque aquí escribo yo, disfruten del momento, del aquí y ahora. Intenten ser solidarios, porque todo lo que va, vuelve y todo lo que sube, baja. Falsedades, las justas. Más que nada, porque eso jode. Si por ejemplo, son estúpidos, ¿para qué ocultarlo? Sean estúpidos y relaciónense con otros estúpidos. Hay relaciones que empiezan mal, por la estupidez, y luego la cosa promete. Pero, si por el contrario vas de guay y receptivo y luego la cagas, o te la cagan, mal para ti y bien para el otro/a, y viceversa.

Recicla, no desperdicies el agua, que el cambio climático te está alcanzando a ti también. Deja de joder al planeta, y no manipules al personal, que el plumero termina viéndose. Y, por favor, no vayas de alternativa y con conciencia social, y vayas diciendo por ahí que solo comes ensalada para estar más delgadita y yo qué sé qué historias más. Es en ese justo momento que quedas como el culo y a la altura del betún. Sé buena gente, en definitiva. Todo lo demás es una cagada que solo sirve para atraer un olor desagradable.

Intenten no hacerse ilusiones con cosas o circunstancias, porque ilusionarse, cuando no hay un resultado satisfactorio, es harto doloroso. Por otro lado, manténgase ocupados; esto es, vayan de viaje, lean, disfruten de un buen té o café, vean una obra de teatro, una película o hagan deporte. Ah, claro, que todo eso puede que tenga un coste económico. Entonces, no me hagan caso y, solamente, intenten sobrevivir y dejen de contarme problemas, que no estoy para nadie. Ah, que soy yo la que les habla a ustedes; entonces les dejaré en paz y me quedaré aquí, con mis pensamientos solo para mí, yo me escribo, yo me leo y yo me escucho. Permitiré que la estupidez me embargue, total, siempre me ha gustado moverme en este espectro. Lo demás me resulta soberanamente aburrido.

Llegados a este punto, estaría bien diferenciar las clases de estupidez. Como es normal, muchos hemos pensado, en algún momento, que la estupidez está relacionada con un bajo nivel intelectual; vamos, que todos los tontos tenían que ser estúpidos y, no hijo no. Parece ser que algún psicólogo aburrido* de la vida se dedicó a establecer los tipos de estupidez dando lugar a tres categorías:

1. En un primer nivel estarían, obviamente, los estúpidos ignorantes y seguros de su propia estupidez. Éstos estarían en la cúspide de la estupidez porque son aquellos que alcanzan el tope de riesgo sin tener ni puta idea de cómo arreglarlo, sabiendo que la van a cagar.

2. En el grado medio de estupidez estarían los que se mueven en el límite de la patología TOC. No son enfermos pero casi porque, los estúpidos, no pueden controlarse.

3. Que eres despistado, descuidado y/o olvidadizo, también te tocó algún grado de estupidez. Vamos, que no hacemos nada a derechas porque una mosca es más interesante o porque no tenemos ni pajolera idea.

Yo, a esta clasificación, añadiría la de estúpido cabronazo CIS hombre hetero egoísta. Hablaríamos de un individuo que siempre, siempre antepone su intereses a los de los demás. En la mayoría de las ocasiones termina metiendo la gamba, sobre todo con la pareja, con la que se ensaña en ocasiones, de manera ignorante (para más inri), para terminar declarándose como víctima necesaria.

En el contexto actual, vemos estos diferentes grados de estupidez a diario. La televisión, las jodidas redes sociales y el internet (de las cosas) dan cancha ancha para sembrar de estupideces varias, nuestras vidas.

En fin, tras esta deriva continental, me despido porque por estos lares asiáticos ya va siendo harto tarde y, además, no deja de llover lo cual me lleva a un estado anímico y gris que no me gusta. No me apetece nada, no deseo nada, no hablo, no nada…

Sean buenos, felices y estúpidos, también…

V.

* Extraído de https://www.abc.es/ciencia/abci-descubren-cuales-tres-tipos-estupidez-puede-sufrir-humano-201512291259_noticia.html

*Imagen extraída de mentesalacarta.com.

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«Ordenar los muebles». Por V. Santisteban.

Cuando el confinamiento nos convierte en un mueble…

Silencio, presión, desconcierto, miedo, horror, miedo otra vez…Son muchos los adjetivos que le asaltan a uno y a su cada vez más desmarañada cabeza. Una oleada de información que se va atascando hasta que termina por pararse. La taza derrama el colmo y la mesa derrama el líquido por el piso. Y te ves recogiendo todo lo vertido, cual sueño astral. Por un momento me acuerdo de mi madre fregando el suelo de rodillas, sobre la esponja en forma de B tumbada, cuando aún se hacía a la antigua usanza.

Mascara medieval para evitar la peste negra

Así es el torrente con el que estamos lidiando cada día. Es insufrible, insoportable, indecente. A este cóctel hay que añadir el estado físico, una disciplina auto-impuesta que genera ansiedad por defecto, por el exceso de peso, y que ahora sufre sobrecarga, por el exceso de trabajo, que sueles incumplir más de lo que quisieras. Por lo que tienes que volver a la casilla de salida. Otro ingrediente es el intelecto. Una oleada de literatura inunda tus dispositivos. Si el tiempo lo permite, llevas uno o dos hacia adelante, siempre que las jaquecas o migrañas te den permiso.

Si tu auto-infligida disciplina no te ha causado ya un reventón de neuronas, todavía puedes ser ese chef fantástico, repelente y absurdo que tanto odias. Que quieras tener la Termomix no te eleva al olimpo de los dioses, solo te brinda la entrada a un club de cierta élite que detestas. Somos lo que comemos, pero hay quien no puede permitirse el lujo de plantearse esa reflexión.

Los demonios acechan estos tiempos. Demonios internos y externos. Los segundos son más o menos controlables, pero ¡ay de los primeros! Esos son la mosca cojonera de la corteza cingulada. No todo son días de vino y rosas y la convivencia puede zarandear los cimientos de esa parcela personal de la vida que tienes tan coqueta. El temple se agota o te agota, el tiempo pasa factura, la tristeza durmiente aflora y la rutina de ejercicios diaria no parece suficiente. La lectura, no parece suficiente o esa ristra de series y películas que te vinieron recomendadísimas tampoco parecen bastante consuelo. Raros tiempos para Pedro Almodóvar, Woody Allen, películas de corte indie, o de bajo presupuesto. O no, si quieres disfrutar la tristeza…

Entonces resulta que una mañana te das cuenta que la rutina te ha ganado, eres un neo esclavo de este nuevo tiempo extraño que te ha tocado vivir. Esclavo del planning autoimpuesto, del fitness, de la música, del cooking, del reading, del estudio, de la depiladora y del blog. Eres un mueble sentado sobre otro mueble mirando un ordenador, en ropa de sport, interior, y/o zampándote un bollo. Ahora sano, ahora inteligente, ahora en forma, ahora fofo, ahora feo, guapo…

Si en toda esta vorágine de sensaciones, aún nos queda tiempo, podemos sumergirnos en el maravilloso mundo de las RRSS. Una suerte de guerra campal en la que todo vale, todo está permitido, todo es cierto, todo es mentira, todos son excelentes contertulios doctorados en la Universidad de los bajos fondos cuyo lema es Hoc est verum.

Y a veces te haces preguntas acerca de la raza humana y su condición, de la vida, de la muerte, del amor, de la tristeza, del sufrimiento ajeno… Echas la mirada atrás y te dices, «más pasaron aquellos del 10, 20, 30» y te haces un ovillo en el sofá, mientras ves la serie esa que te recomendaron, esperando el día del estallido. Y recuerdas, entonces, que fue ayer cuando tu cuerpo dijo «basta». Solo querías gritar de dolor.

¿Un respiro?

No pasa nada, mañana será otro día…

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