Anna Karenina, León Tolstói

Una historia de inmolación y abnegación. Una mujer que, simplemente, ama con todo su ser.

Cuando el sacrificio se convierte en el sentido de una vida. Un amor apasionado, casi enfermizo, que nubla el sentido de una realidad impostada, desde la perspectiva de una sociedad tradicionalista- que ahoga la atmósfera vital.

Anna…

Portada de la novela

Hablar de Anna Karenina significa, necesariamente para muy bien, hablar de que esta obra sería imposible no tener en cuenta como fondo de escritorio. Un perfecto aval sobre el que documentarse cuando hablamos de contextos históricos determinados o de relaciones sociales. Pero es la parada perfecta sobre la que volver, una y otra vez, cuando necesitamos saber de cierta humanidad «imperfecta» y femenina, algo muy denostado a lo largo de los tiempos. Anna Karenina nos muestra la historia de un sacrificio, en toda la amplitud de la palabra. No es baladí que, mientras me documentaba un poco para no caer en la tentación de omitir datos fehacientes, me topé con la siguiente definición de la novela que me ocupa, «(…) una novela sobre el adulterio (…)».

Primera edición de la novela

Este encasillamiento me resulta personalmente doloroso y terriblemente injusto porque me retrotrae a tiempos sombríos, pero luego me flagelo con una buena dosis de autocrítica. Y es que como ya he mencionado en alguna ocasión, es aconsejable relativizar los contextos históricos porque los prejuicios pueden desenfocar la temática original.

León Tolstói parió esta novela en la segunda mitad del siglo XIX que se publicó por entregas, inicialmente, y más tarde ya en dos volúmenes. Es importante reseñar el contexto histórico porque Rusia estaba experimentando cambios que apuntaban a una sociedad más liberal – o, al menos, eso pretendían. Ya se sabe que moldear una sociedad conservadora hacia otra aperturista es un camino harto laborioso.

El argumento es de sobra conocido: Anna está casada con un hombre -20 años mayor que ella- en un matrimonio que se construye desde la mentira que aporta la conveniencia. Anna se enamora perdidamente de un joven oficial militar, Vronsky, por el que lo abandona todo, rompiendo los cánones establecidos de la férrea sociedad burguesa.

Cuando Anna se queda embarazada, las cosas se complican y confiesa el amor que siente por Vronsky, a su marido. Éste se niega a concederle el divorcio y surgen las inseguridades, los miedos y la desconfianza desde Anna hacia su amante. Anna termina dejándose la vida en unas vías de tren, tras discutir con Vronsky, e incapaz de lidiar con la brutal presión que le viene por todos los flancos.

A la par de esta historia, conocemos los devenires de Levin -una suerte de alter ego del propio autor (según las malas -y no tan malas- lenguas literarias) y Kitty. Una pareja que evoluciona desde la negativa de Kitty hacia Levin -recordemos que Kitty aspiraba a ser la prometida de Wronsky, pero un cruce de miradas en una estación de tren lo trastoca todo-, hasta alcanzar la maduración de un matrimonio -construido sobre la base del amor, la confianza y la fe cristiana.

Tolstói en su vejez
Tolstoi en su juventud

Esa mirada representa, probablemente, la piedra angular de este relato. Y es que en una época donde había que guardar las formas -de entrada- un gesto o una mirada podían determinar más de una decisión. No obstante, algo sutil, se vuelve más obvio y pragmático. Anna decidida a luchar contra lo establecido, lo deja todo por amor, lo sacrifica todo.

Entonces, aquí está, la segunda vuelta de tuerca, el sacrificio. Según la acepción número 7 de la Rae, «sacrificio sería el acto de abnegación inspirado por la vehemencia del amor». Y yo me pregunto, ¿hay amor sin vehemencia? ¿sin abnegación? Siempre desde mi punto de vista, estrictamente personal, o casi siempre, opino que el amor en la entrega sin condiciones, desinteresadamente. Porque de lo contrario, hablaríamos de otra cosa, no de amor.

Y esto me lleva a la cuestión de cómo se establecían ciertas uniones. Una suerte de matrimonios concertados que, por otro lado, eran algo muy habitual. Estamos hablando de la Rusia de finales del siglo XIX en la que una pugna, entre el conservadurismo arraigado y un liberalismo incipiente, se viene instaurando a lo largo del tiempo. Éste segundo intenta abrirse paso porque es inevitable, hablamos del progreso en sí mismo, algo que abarca no solo el aspecto económico, sino el cultural y social.

Evidentemente, estos emparejamientos, cojean a priori cuando una de las patas es más corta. Que se trate de un novela ambientada en la clase burguesa, no le exime de la brecha de género, que la había. Pero, además, esta brecha de género se entremezcla con el concepto de la familia. De hecho, el libro gira en torno a la familia nuclear con los ejemplos entre Anna y Karenin -unión de conveniencia-, el matrimonio entre Stiva, hermano de Anna, y Dolly -matrimonio en crisis debido a la infidelidad del marido-, y la relación entre Kitty y Levin -matrimonio que gana la batalla de las vanidades y, por decirlo de alguna manera, acaba triunfando.

Hay expresiones que, detesto profundamente, me vienen a la cabeza como, De toda la vida se ha hecho esto o lo otro, Siempre se ha aguantado o La mujer tenía que soportar/tolerar porque era lo que tocaba. Estas sentencias resumen la gran desigualdad que ha existido entre géneros -que, por desgracia, aún existe. Sin ir más lejos, son expresiones que aún son usadas por perfiles determinados -es tremendamente fácil identificarlos*. Para concretar más, en esta misma disertación existen dos conceptos, adulterio versus infidelidad. Esta misma diferenciación, entre un término claramente ofensivo y otro más leve, casi frívolo, nos dice muchísimo de un mismo acto.

Se planteaba el concepto de adulterio cuando se señalaba a la mujer y el de infidelidad cuando era referido al hombre. Obviamente, el primero tenía connotaciones legales cuando el segundo era más como un hábito permitido en los corrillos sociales. Por eso es muy reseñable el hecho que la trama esté protagonizada por una mujer que lo sacrifica todo, la familia y la posición social por amor, porque ella es, definitivamente, una mujer que ama con todo su ser.

Pero Anna no solo es la mujer que ama, es una mujer que tiene inquietudes, con librepensamiento, que no encaja en el perfil de mujer florero. Posee una personalidad arrolladora que para nada combina con la expresión «Detrás de un hombre hay una gran mujer», sino que se sale de ella copando los primeros planos. Es una mujer empoderada, fuerte, decidida y es toda esa seguridad la que desata la férrea oposición de los círculos de su entorno.

Finalmente, Anna se rompe y su seguridad se quiebra. Su castillo se desmorona por la negativa del marido a concederle el divorcio, por el rechazo despiadado de su entorno social y por el incipiente cambio de comportamiento de su amado.

El hecho que el autor hable de la temática que trata en esta obra es, en sí mimo, un acto revolucionario. Hablamos que Tolstói nos ofrece el relato de un matrimonio de conveniencia, dónde existía una extraordinaria diferencia de edad entre el hombre, y la mujer. Nos cuenta que el sostén de ese matrimonio no se basa en amor, sino en algo artificial consentido por la costumbre. Dónde vemos como la aventura con otro hombre deriva en un brutal rechazo social y, finalmente, el suicidio de Anna.

A Anna podríamos ponerle varios rostros y la gran pantalla ha condicionado mucho esta cuestión. Pero yo me voy a quedar con unos pocos. Juzguen ustedes mismos.

Greta Garbo vs Anna
Jaqueline Bisset vs Anna

Keira Knightley vs Anna

Sobra decir que esta obra, y su dimensión, lo es por mérito propio, aunque haya pasajes que se hagan intensos. Y es que, a veces, las buenas historias requieren de cierta densidad para poder describir su magnitud.

Finalmente, no me gustaría marcharme sin dejar constancia de algo que mencioné al principio del post, lo tremendamente injusto que me parece el término adulterio. Porque resulta malsonante, porque hace que la culpa recaiga completamente sobre las espaldas de la mujer como un yugo escarlata que emite un sonido escalofriante, repelente y odioso. La historia está plagada de relatos donde la mujer es maltratada desde todos los flancos, porque así era entonces, máxime siendo una mujer así de empoderada. Y en este presente que a mí me ha tocado vivir aún queda mucho por hacer. Decía una gran poeta estadounidense,

«Ignoramos nuestra verdadera estatura hasta que nos ponemos en pie».

Emily Dickinson

No nos conformamos con una parte, lo queremos todo.

Gracias, V.

Imágenes:

  • Imagen de la portada de una de las ediciones extraída de albaeditorial.es.
  • Foto primera edición extraída de Wikipedia.
  • Foto del autor de joven extraída del perfil Graf.Leo.Tolstoy de Facebook.
  • Imagen del autor en su vejez (imagen, probablemente coloreada) extraída de Wikipedia.
  • Foto de Greta Garbo extraída de misiglo.es.
  • Foto de Jaqueline Bisset extraída de moviesanywhere.com.
  • Imagen de Keira Knightley extraída de uncuyo.edu.ar.

*Recomiendo «Los hombres que odian a las mujeres» de Laura Bates para tomar conciencia de qué está pasando en la machosfera.

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