Cuentos para entender el mundo 2 de Eloy Moreno.

     No sé si lo comenté en la primera entrega, pero esta serie de Cuentos para entender el mundo tienen unas instrucciones de uso algo particulares. Como por ejemplo que hay que leer un cuento al día y justo antes de irse a la cama. De este modo tendremos toda la noche para pensar sólo en ese cuento y así, al día siguiente, podremos comprenderlo, asumirlo, meditarlo, etc. Bueno, pues yo no lo he hecho. Lo leí  de tirón (resulta imposible no hacerlo). También dice que hay que leérselo a otras personas. Bueno, pues tampoco lo he hecho, pero reconozco que este punto sí que es interesante hacerlo. En mi caso, he realizado un selfie de lectura, si pudiéramos llamarlo así.  Por otro lado, aconseja vivirlo, sentirlo, imaginarlo y transmitirlo. Y en eso estoy…

Blog de Victoria Santisteban

     Cuentos para entender el mundo son una suerte de relatos con unas hermosas enseñanzas destinadas a todos los públicos entre 6 y 106 años. Unas finas y sencillas moralejas que nos desgranan el sentido de la vida. Halcones que no vuelan, jardineros a los que no les crecen las plantas, zapateros con visiones empresariales distintas, unas tazas demasiado valiosas, demasiado poder concentrado en una persona y si todo lo malo que ocurre pudiera tener una parte positiva. Son algunas de las historias que nos dejan conceptos como el optimismo, la honradez, la perseverancia o el valor de lo propio. Valores que nos confieren el punto idóneo para reflexionar y entender todo lo que nos rodea, con una visión lo suficientemente aproximada como para tener una estancia en esta vida lo más llevadera y jugosa posible.

    Un libro que sólo por el formato que tiene ya merece la pena leerlo y disfrutar de estas historias que te transportan a otros lugares lejanos y no tan lejanos. Muchos podemos encontrarlos dentro de nosotros mismos. Unas ilustraciones que ya alabé en la primera entrega y vuelvo a reiterar. No caso esos relatos sin esos dibujos. Gracias al ilustrador Pablo Zerda por tan magnífico trabajo.

     Estos cuentos vinieron conmigo a tierras asiáticas, donde se me antoja que algunos relatos tienen su origen. Aquí la vida se vive de otra forma y estos valores que refleja Eloy Moreno están a la orden del día. Sólo tienes que salir a caminar por sus calles y ver las caras felices de las personas, la risa de los niños y respirar el aire de la mañana. Bien podría ser el reflejo vivo de cada uno de estos relatos. Prometo volver a ellos porque sino para qué están ahí. Hay retornos necesarios a algunos libros…

Como siempre, gracias Eloy M.

V.

Más información sobre el autor, Eloy Moreno:  https://eloymoreno.com/

*Imagen de la portada del libro de la autora del blog.

 

 

 

 

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«La mujer del viajero en el tiempo», Audrey Niffenegger.

     Clare es la esposa de Henry. Un matrimonio que es de todo menos normal. Henry padece una extraña patología que le hace viajar en el tiempo y no lo puede controlar. Así que cuando se desvanece aparece en cualquier parte, sin ropa. El origen de este problema surge en la infancia de Henry, como consecuencia, o mecanismo de defensa, de un accidente en el que pierde a su madre. Henry salta de un tiempo a otro sin poder controlar los botones que regulan tiempo y espacio.
La mujer del viajero en el tiempo-portada. Blog de Victoria Santisteban.

    Clare ya conoce a Henry cuando se reencuentran en la biblioteca, sólo que él aún no lo sabe. Lo averiguará en el futuro de él, pero en el pasado de ella. Le quiere desde que es una niña y desde entonces se está preparando para pasar el resto de su vida con él. Él la conoce desde que es un señor maduro. Sabe todo de ella, la ve crecer y madurar. Entabla una interesante amistad en su adolescencia, y conoce a toda su familia, a través de sus ojos. Conoce sus miedos, inseguridades y alegrías. Clare, conoce todo de Henry, su historia, su madre, su enfermedad y sus miedos e inseguridades. No hay dos almas más acordes, ni sentimientos más armónicos.

     Henry ha tenido que aprender a sobrevivir, para lo que el robo y el escapismo se han convertido en actos cotidianos. Clare vive esperando a ser lo suficientemente adulta para estar con él. La gente a su alrededor no entiende que no tenga novio. Ella se reserva sólo para él.

    Henry y Clare tienen conversaciones profundas de literatura, filosofía, de arte y de la vida. Son dos almas gemelas que se encontraron en un tiempo indeterminado, y que se unieron de la forma más hermosa que se puede unir una pareja. Pero como en todas las parejas, no todo es lineal y las ausencias de Henry se terminan por hacer insoportables. La maternidad está en la agenda biológica de Clare y cuando las dudas de paternidad de Henry se disipan, se preparan para ser padres. Lo intentan hasta una decena de veces, hasta que deciden poner su caso en manos de un investigador. La incredulidad del científico se torna en devoción cuando presencia desde su ventana uno de los desvanecimientos de Henry.

     Henry no vivirá para siempre y prepara a su entorno para la partida. Pero no será una partida definitiva, porque nada en la vida de Henry lo es. El pasado del futuro presente será más que interesante, Clare y Alba, su hija. Una chiquilla que posee el don de su padre, pero que puede controlar.

     La mujer del viajero en el tiempo es una suerte de sucesión de circunstancias tan increíbles a priori, que diríamos que es algo muy de ciencia-ficción. Pero, para mí es algo totalmente distinto, es la historia de una familia que vive hechos atípicos en un entorno cotidiano. Todo lo cotidiano se convierte en algo especial, como tomar café, que cobra una preciosa relevancia, aderezada de ritual. Nada se le escapa a Audrey Niffenegger, lo ordinario se transforma en una ópera de sensaciones para los sentidos.  He disfrutado de la belleza de las imágenes y los sonidos de las eternas conversaciones entre Clare y Henry. He sido una espectadora privilegiada y he sentido una ternura absoluta. Sé de alguien al que le diría eso de «¿por qué no me dices esas cosas?». Y él me respondería «Cariño, tú sabes que las letras no son mi fuerte, soy de ciencias…». Y yo me perdería en su mirada tiernamente frustrada.

     El amor es eterno cuando brota de lo más profundo, desde la sinceridad y Clare ama a Henry de ese modo y Henry ama a Clare de la misma forma. Así que volvemos tener la valiosa enseñanza que da el amor, este sentimiento tan sencillo de tener y que a veces nos resistimos tanto a sentir. Como siempre digo, no sé si en voz alta, al menos en pensamiento, al final de nuestra trayectoria vital, lo único que nos queda y a aquello a lo que nos aferraríamos aunque fuese un metal ardiendo, es eso, el amor. Si en el camino recorrido de nuestra vida hemos conseguido sentirlo, habrá valido la pena vivir.

     Dedicado a mi padre, que no supo sembrar mucho amor, y sin embargo dejó campos enteros. Te fuiste perdonado, porque no podía ser de otra manera. Te marchaste tranquilo y yo desde aquí, con mis palabras te despido como lo hice con mi voz en tus oídos porque mis ojos no pudieron verte ni mis manos tocarte. Adiós papá, al final comprendiste que ser padre era tu cometido. Te quiero.

  • Foto del ejemplar de la autora de este blog. (Después de haber contactado con la autora y no haber obtenido respuesta para solicitar su permiso para poner fotos del libro y de ella).

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«1984», George Orwell.

     Para conocer mejor la obra y su autor pensé que buscar información en la red podía ser una buena forma de conectar con este universo. Pude comprobar como la gente se deshacía en elogios hacia G. Orwell. De hecho Arthur Koestler (novelista, ensayista, historiador, periodista, filósofo que acabaría suicidándose) dijo que era la mejor obra fantástica que alcanzó el horror psicológico desde «El Proceso» de Kafka. Y yo, infame pecadora ignorante, decidí quedarme en esa zona gris, donde nos quedamos los observantes. Pero me van a permitir que cuando menos, me cuestione a una persona, que no su obra (quiero dejarlo muy claro) que delata a 38 simpatizantes comunistas por conseguir el amor de una doncella. Hecho que dice mucho o muy poco de una persona (objetivo que, por lo visto, no consiguió finalmente). Así que aquella noche decidí sumergirme en un mundo en el que no desearía encontrarme nunca…

Portada de 1984

«La libertad consiste en poder decir que 2 y 2 son 4» (Winston Smith).

     Winston Smith trabaja en el departamento de archivos del ministerio de la verdad. Su trabajo consiste en corregir los mensajes que le llegan por los tubos neumáticos. Unos mensajes que se modifican cuando los hechos del pasado entran en conflicto con los hechos del presente. Es la forma de borrar la historia reescribiéndola al antojo de los mandatos superiores. Winston forma parte de una sociedad en la que el individuo no existe, no existe la intimidad, y todos visten de la misma forma anodina. Las relaciones personales, tal y como las conocemos hoy  no existen, salvo por la procreación a la que se le ha eliminado el carácter  psicoafectivo. Winston es un minúsculo engranaje manejado por el Partido. La pobreza se ha generalizado y sólo unos pocos como O’Brien, funcionario del Partido Interior, disfrutan de ciertos lujos. Como toda dictadura, existe un mal endémico para el partido llamado Goldstein y el odio es la estructura principal sobre la que se sostiene la doctrina que recae en los habitantes de Oceanía. Todo gira en torno al odio y el miedo, la semana del odio, los dos minutos de odio, con proyecciones de imágenes y bombardeo de sonido que lo recuerdan constantemente. Todo el mundo puede denunciar a todo el mundo por traición al partido, hijos a padres, a hermanos, nadie está exento a ser denunciado. Y casi todo el mundo está controlado por telepantallas que lo ven absolutamente todo de sus vidas cotidianas.

     Entonces Winston empieza a ver y sentir que algo no está bien a su alrededor. Observa las desapariciones de personas con otra mirada, personas discordantes que desaparecen de la faz de la tierra y de la historia. Y comienza a realizar la peligrosa tarea de escribir un diario en el que vuelca todos sus pensamientos,  exponiéndose de una forma altamente arriesgada. Su vida se vuelve aún más intensa cuando Julia entra en ella y recupera la ilusión por lo que él recuerda más cercano al amor. Se mezcla con los proles, una suerte de sociedad paralela que no hace ruido, no molestan, no se rebelan y funcionan como la sociedad del pasado.

     O’Brien, un desalmado funcionario, consigue seducirle guiándole hacia su tela de araña, pasando de la protección a la destrucción más salvaje y Winston deja de ser «uno mismo» para llorar ante la foto del Gran Hermano. Y, después, a desaparecer…

     Una novela ficticia basada en una sociedad distópica, o indeseable en sí misma. Una aberración que a bote pronto nos aterraría hasta límites insospechados, de no ser porque en la actualidad tenemos ejemplos clarísimos y muy, muy cercanos. De todas las cosas que me quitan el sueño, la más brutal y sobrecogedora es la privación de libertad, porque es lo que me da el valor de individuo con derechos inalienables. Yo soy yo porque puedo decir que estoy aquí y puedo identificar mi propia historia. Yo soy yo porque puedo decidir respecto a mi vida, mi presente y mi futuro, no el de los demás. Por desgracia, vivimos inmersos en un sistema en el que grandes grupos de presión, más conocidos como lobbys, deciden por nosotros y, aunque a priori todos podríamos serlo (hasta un grupo de ciudadanos) visto está que quien opera a niveles omnipotentes suelen ser los que se llevan el gato al agua (también existen excepciones). Y ellos, sus lobbistas,  frecuentan, revoloteando incesantemente como moscas en los excrementos,  los círculos de poder. Sólo tenemos que poner la televisión para comprobarlo.

     En esta vida no hay casi nada imprescindible, pero esta lectura lo es. Nos ayuda a desarrollar el pensamiento crítico. A ver si con un poquito de suerte se nos van abriendo los ojos y vamos viendo lo que está sucediendo a nuestro alrededor, porque éstas no suceden de la noche a la mañana. Todo lleva un proceso. Silencioso y discreto, a veces, ruidoso y estridente, otras tantas ocasiones. Y, aún así, muchos no lo ven venir…

V.

  • Foto tomada del libro de la autora del blog.

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«El sueño de Frankie» de Pauline Fisk.

     Cuando adquirí este libro aún era librería, y este ejemplar formaba parte de mi stock de literatura infantil y/o juvenil, por lo que no era uno de los elementos del repertorio que suelo tener en reserva. Pero, como suele pasar, en esta vida real y terrenal, dejé de ser librería y gran parte de lo que quedaba, pasó a mi estantería privada. Aunque este género no es mi protagonista, sí que me gusta, de vez en cuando, insertar algo de esta temática. Porque me recuerda que para llegar aquí, tuve que pasar por una infancia, una adolescencia y una juventud. Es un ejercicio que recomiendo hacer algunas veces para devolvernos la cordura de ir a toda velocidad por el skyline de esta vida.

     Cuando me sumergí en el mundo de los libros, no había día que no pensara en ella, en aquella amiga del colegio y luego del instituto. Hasta que mi vida, no quiero ser egoísta diciendo «la vida», porque fue la mía (yo era distinta, claro), me separó de ella y me llevó por otros caminos.  Los caminos que tenía que vivir, ni más ni menos. En la vida escogemos y elegimos aquello que nos va moldeando, así es y será siempre. Aún me acuerdo de ella, pero ya no deseo buscar, ya no. Las cosas aparecen en el momento adecuado, ni antes ni después. ¿Por qué cuento todo esto? Pues porque este libro trata de la amistad entre dos chiquillas. Una amistad imperfecta o perfecta según se mire. Y me traslado a 1982 u 83 y alguno más.

Blog de Vicrtoria Santisteban
El sueño de Frankie

 

     Dos niñas que se conocen y fraguan una amistad. Dos protagonistas que vienen de clases sociales diferentes y con caracteres diferentes, pero con sentimiento universal común, el amor que se tienen la una a la otra. Una aventura relatada en primera persona por una de ellas, Charis Watts, que se dice Karis y no Charis. Eso sólo lo hace Bryony Rogers para fastidiarle. A lo largo del relato viajamos a través de sus vivencias, donde ambas niñas descubren sus virtudes, sus fallos, sus miedos, su paciencia y la fidelidad que se profesan, aún cuando no la tienen. Un historia que nos ofrecen dos niñas que tienen que pasar de la felicidad tan absoluta de la infancia, a la superación y al dolor de la pérdida. Un cuento tan dulce como triste que hay que disfrutar como yo hice.  Para mi fue un regalo evocar ciertas anécdotas de mi niñez.

     Un cuento bellísimo que nos regaló Pauline Fisk, que nos dejó hace dos años por una enfermedad que la venció a ella, o ella la venció. Probablemente se encuentre sobre una almohada de nubes muy muy sutil en el cielo, mientras observa todas las aventuras «malvasiásticas» en un día «filomenal».

Gracias Pauline, allá donde estés.

V.

  • Foto del libro extraída de mi propio ejemplar.

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«La tabla esmeralda» de Carla Montero.

     Esta es la primera novela de Carla Montero que cae en mis manos y de hecho no será la última. Pero eso, tú ya lo sabías…  Cuando un libro atrapa, a veces lo hace con todas sus consecuencias. He sufrido un secuestro literario y emocional en cuestión de pocas hojas. Tengo que agradecer a mi madre que me lo prestara diciéndome «te va a encantar». Y si ahora estuviera con ella le diría «¡mamá, es adorable… el libro! ¿Sabes eso que cuando empiezas a leer un libro, no menos de la mitad de las veces se hace tranquilamente y despacio? ¿Cómo cuando tanteas a alguien que conoces por primera vez? Pues eso me paso con La Tabla esmeralda. Pero cuando se consolidó la amistad fueron tres o cuatro zancadas. Es curiosa la relación que establecemos con los libros. Algún día escribiré de eso con más detenimiento.

La tabla esmeralda. Blog de Victoria Santisteban.

     No me gusta demasiado acabar tan pronto con una novela tan apasionante, pero es como el dulce que te ponen delante de las narices cuando eres pequeña y te dicen «No vayas a tocar el bizcocho de chocolate…» Claro, seguramente…En fin, que presa de la excitación me lo merendé y cené, aún estando aturdida con la fiebre y con escalofríos que me hacían arremolinar entre la mantas. No hay mejor momento para disfrutar de cada hoja, es como una medicina. ¡Ay, bendita lectura!

Carla Montero. Blog de Victoria Santisteban,

     En esta ocasión vuelvo a repetir, por casualidad, el contexto del conflicto bélico con elementos comunes a alguna otra reseña.  Un libro que nos regala dos historias de amor simultaneas y separadas en el tiempo. Por un lado, conocí a Sarah, que me acompañó por el trayecto de su vida. Casi me pierdo en los ademanes de Georg, era como tenerle delante. Y he corrido junto a Ana con los nervios a flor de piel. Por poco me engaña Konrad en un principio. Y me encanta Alain. Pero de todos los personajes, escojo a Sarah y a Georg. Un amor en contra del tiempo, de las normas, de lo establecido y a contrarreloj.

     Sarah Bauer, una chica judía tiene algo que los nazis quieren a toda costa y la misión de encontrarla a ella y lo que posee, El astrólogo de Giorgione, se la encomiendan a Georg von Bergheim. Décadas más tarde Konrad, un multimillonario alemán coleccionista de arte, le encarga a su novia Ana una investigadora de Historia del Arte del Museo del Prado que encuentre este mismo cuadro con la sola pista de una carta que el propio Bergheim le escribió a su mujer en 1941. Esa obra de arte formaba parte de la familia Bauer que se encargaba de proteger su secreto y ahora era Sarah la heredera de esa pesada losa.

     Ana y yo tuvimos algún roce al principio. Destilaba cierta frivolidad gratuita que no terminaba de digerir. Por fortuna, recupera la relevancia que merece su personaje. La autora y sus intenciones… Pero Sarah, ella es así, tal cual, natural, con la importancia que se ha ganado a pulso.  Von Bergheim es un hombre de valores, que no comprende la barbarie humana, un hombre bueno que viste el uniforme equivocado. Konrad, un rico y excéntrico coleccionista que antepone su interés particular a todo. Y el quinto elemento, el Dr. Alain Arnoux, experto y conocedor en encontrar obras de arte robadas por los nazis. Una mezcla entre hipster, hippie y profesor universitario de La Sorbona que se toma todo como viene, y  que será más que importante, con el que me he divertido bastante. Luego está Teo, el prototipo de amigo gay, alegre y olvidadizo, que roza la ignorancia más despreocupada. Así y con todo esto, la autora ha proyectado en mi tantas sensaciones que ahora me encuentro en una especia de impasse. La partida se ha terminado y yo me he quedado en esa zona en la que miro de lejos buscando a Sarah, y a Georg detrás del espejo, a todos ellos, el ruido de las bombas, el taller de Giorgio, el cuadro, el olor de las pinturas, los ecos del pasado, el amor… Es precioso que esta estela permanezca en el tiempo. Así debería ser, ¿verdad? Así, al menos, lo siento yo.

     Una vez le dije al autor de El secreto de Tiamat, que hay algunos libros que quedan, al final, en la estantería con los “leídos”, pero con la sensación de dejar parte de mi con él y parte de él en mi. Pues este es otro de ellos. Me costó deshacerme de su tacto, odio que me pase, pero es condición sine qua non, todo principio tiene un fin…

     Qué razón tenías Carla, ¡benditas las madres! Bendita la mía que me enseño a valorar los libros más allá de lo establecido. Que dure por mucho tiempo esa imagen de ella devorándolos en el sofá. Y cuando vuelva, me diga que disfrutó con los otros tres ejemplares que en sus manos cayeron.

Escribiendo a mano la reseña de La tabla esmeralda de Carla Montero.

Gracias Carla Montero. V.

  • Las imágenes han sido extraídas de internet y el perfil de facebook
    @Carla.Montero.Oficial con expresa autorización de la autora.

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«Holocausto Manhattan» de Bruno Nievas.

     Sentando la base que ha sido un placer leer esta novela, tengo que confesar que estaba en mi estantería mental desde hace algún tiempo, y ya tenía ganas de ponerme con ella. Al principio fui caminando sobre el libro a trompicones, hasta que nos pusimos de acuerdo en la nocturnidad del dormitorio.

     Conozco a Bruno Nievas desde el papel y las redes sociales, donde tiene una actividad significativa. Su novela «Lo que el hielo atrapa» fue muy buscada y disfrutada. Por ello, tengo que decir que me gusta el enfoque de sus libros, y cómo las traslada al lector. Desde mi perspectiva opino que destila una generosidad literaria a unos niveles más allá de lo normal. Yo diría, como se dice por aquí, que parece «buena gente».

     La temática del holocausto ha sido especialmente tratada y estudiada a lo largo de la historia. Yo, también, tuve una época de interés hacia este tema, pero llegado un punto, dejé las guerras y sus atrocidades guardadas en alguna habitación de mi cerebro. Esta novela nos sumerge en el foco de una trama desde el principio, para ir desarrollándola después con flashbacks entre el presente y el pasado, técnica que me encanta especialmente. Unos personajes conectados por lazos familiares y laborales, nos acompañan por una secuencia de intrigas emocionales con traiciones y decepciones insoportables. Un trasfondo cuya arteria principal es una conspiración terrorista llevada a su última y dantesca consumación.

     Más que atrayente, yo diría que me ha conmovido y perturbado, ambos sentimientos por igual. La transformación de un chiquillo inocente en un ser maligno hasta la médula que arrastra un odio atroz y una sed de venganza insaciables. Cómo tratamos a nuestros niños, así serán en el futuro… Me tiembla el alma sólo de pensar en esas cosas, en esos sitios, en esas personas. Si algo recuerdo de mi niñez, fue precisamente los experimentos que esos monstruos hicieron con ellos. ¿Y cómo una niña tiene esos recuerdos? Ah… Mi padre tenía un libro que se llamaba «Los médicos asesinos» de Hans Rainer. Nunca pude entender por qué tenía un libro de esas características.  Nunca había tocado un libro, si no era para cambiarlo de sitio. Era tan horrendo que no lo soportaba entre mis manos por mucho tiempo. Claro, hasta que me hice mayor y entendí muchas cosas.

     No había oído hablar de las ondas binaurales, las desconocía por completo, hasta esta lectura, claro. Según algunos, las ondas binaurales son una ilusión del pensamiento auditivo (que ocurre al escuchar con auriculares una señal que se emite con frecuencia acústica distinta en cada oído) y que nuestras ondas cerebrales tienden a sincronizarse con la frecuencia binaural. Otros que se trata de una droga peligrosa y para terceros que son muy beneficiosas para desarrollar la mente humana.

     Con todos estos elementos, Bruno ha construido una historia tan grande como la historia real misma. No nos olvidemos que el terrorismo sigue existiendo en toda su dimensión. Y que los atentados del 11-S fueron la culminación de un plan concreto, pero el terrorismo sigue en su escalada de odio, vertebrándose hasta límites infinitos.

     El hombre es el ser más destructivo que existe sobre la faz de la tierra. Lo vemos cada día. Como dijo Abraham Lincoln «Casi todos podemos soportar la adversidad, pero si queréis probar el carácter de un hombre, dadle poder».

Gracias Bruno! V.

  • Las fotos incluidas han sido extraidas de la web https://brunonievas.com/ con expresa autorización del autor.

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«José Antonio. El hombre que todos convirtieron en mito» de Pepe De Las Heras.

     A veces llegan a nosotros libros porque sí. Otras veces llegan a uno mismo en atención a tu propia curiosidad. Este libro es uno de ellos, de los que se buscan.

Pepe De Las Heras, autor.

     Mientras avanzaba en su lectura, reconozco que llegó un momento en el que me confundí, y me perdí en la novela histórica creyendo estar en una película de aquellas que me gustaban tanto cuando era muy jovencita. Y me vuelvo a la portada, y en efecto, es una novela histórica.

     Realmente nunca tuve muy clara la figura de Primo de Rivera (hijo), ya que por un lado la asociaba al movimiento de Franco,  militar español que ejerció como dictador desde 1939 hasta 1975, y por otro, a la parte más revolucionaria de España e, incluso, a la par que bolchevique después del discurso pronunciado en el Congreso, con motivo de la transformación de la Reforma Agraria (fue tildado de ello).

     Un libro interesante y fácil de leer. Un relato que nos acerca las primeras décadas del S. XX y a la figura de José Antonio Primo de Rivera. Hijo de Miguel Primo de Rivera, militar español que ejerció como dictador entre 1923 y 1930, tuvo una enseñanza privilegiada para la época, estudiando el bachillerato desde casa con profesores particulares. Más tarde estudió la carrera de Derecho influenciado por antecedentes familiares y de amistades.  Con todo esto, quiero dejar sentadas las bases que José Antonio, era una persona con una formación lo suficientemente densa como para saber lo que se hacía. Por alguna razón que se me escapa, Jose A. decidió caminar algo alejado de la filosofía general y defender ideas algo distantes de lo establecido. Defendía a los pobres, quería eliminar el caciquismo reinante y devolver las tierras a los jornaleros. Ideas que le llevarían a su encarcelamiento acusado de conspiración y rebelión militar, y posterior ejecución, propiciada por el Gobierno de la Segunda República, (España parecía un país cansado de las maniobras de la República) con Largo Caballero (el consejo de ministros confirmó el «enterado»). Fue condenado a muerte y finalmente ejecutado. La novela nos muestra a un joven atractivo (se le atribuyeron romances muy sonados en la época), con don de gentes y con ganas de resolver conflictos y dar giros de tuerca.

Ahora bien, desde mi minúsculo universo tengo algunas dudas:

  • La historia nos ha contado que desde el bando sublevado existieron intentos de evitar su ejecución y, por otro lado, que no existieron tales y que Francisco Franco, conocedor de su ejecución, no hizo nada para evitarlo. Por otro lado, se nos ha contado y hemos visto hasta la saciedad, que el movimiento de la Falange era sinónimo de franquismo, ya que este señor se apropió del movimiento y de la imagen de José A. Asimismo, Manuel Azaña, tampoco pareció que hizo nada por él. Se conoce que fue un personaje incómodo para ambas partes.
  • También, hay aspectos que me parecen contradictorios de José A. o de la historia que cuentan de él. José A. se alejó de la opulencia en cierto modo, y quería devolver las tierras al proletariado. Pero, su carrera política comenzó para defender la política de su padre (al que defendía a puñetazos si era necesario) afirmando que su dictadura fue una oportunidad perdida (la dictadura es dictadura venga de donde venga). Y en 1933 terminó encontrando el fascismo que le ayudó a construir sus bases.
  • No creía en la eficacia de la derecha en el parlamento contra la «revolución socialista», de los que pensaba que tenían falta de fe y empuje. Como tampoco que una mayoría pudiera decidir lo que él consideraba «verdades absolutas». Consideraba que los ciudadanos podían decidir en el ámbito municipal, pero no para decidir sobre el país. Esto, también, me desconcierta bastante.
  • En cuarto lugar, en mi humilde opinión, creo que era una persona normal, de carne y hueso y con valores, entre los que parece ser que podría estar el de no guardar rencor (aunque no es demostrable) por la inclinación política y religiosa, un sentimiento muy valioso para él. No creo tanto lo del mito. Sí creo que algunos quisieron y quieren convertirlo en mito, pero si la forma de ser, que se relata en esta novela, es cierta, creo que a él no le hubiera gustado, ni eso, ni que usaran su imagen para algo con lo que no estaba de acuerdo. Hipotéticamente hablando, claro.

     Esta novela es para leerla vacío de prejuicios, con la mente en blanco. Ya después, uno puede y debe documentarse. O antes, el lector es libre de manejar su agenda lectora. Por lo que a mi respecta, eso fue lo que hice (como también estuve hablando con mi madre, largo y tendido sobre él, para conocer sus impresiones), a sabiendas que mis raíces están en el bando de los perdedores (todos lo fueron en mayor o menor medida). A sabiendas que a mis familiares le hicieron cosas horribles que no puedo ni volver a nombrar, aquí estoy porque quiero saber. Y quiero saber de mi historia con todas las consecuencias. Pero quiero saber la verdad, blanca, nítida y objetiva, de ambas partes. Porque «todos» cometieron atrocidades.

     No sabemos qué hubiera pasado si José A. hubiera seguido vivo. Si le devolvería las tierras a los jornaleros o no, si su movimiento hubiera terminado en una aberración o no, si hubiera cedido y se hubiera puesto del lado del bando que no quería o no. Y no lo sabemos porque todo está en continuo movimiento. Pero la historia verdadera es la que es, esa que nadie puede tocar, aunque todos la cuenten a su libre antojo, «todos». Pertenezco a una generación que quiere saber, conocer, aunque el resultado no sea agradable. Mis antepasados sufrieron, pero también se sufre mucho ante el desconocimiento, ante la ignorancia. Es como una losa que te impide respirar. Y sin respirar no se puede vivir. Soy Española, Andaluza y nací en Almería y vengo de una familia de rojos. Yo, como muchas personas, queremos un país que perdone, que integre, que restaure también, y que mire al pasado con otros ojos. Que tuvimos una España dividida en dolor y que ahora queremos sólo una, la única.

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«Frankenstein o El moderno Prometeo» de Mary W. Shelley.

Una historia de fantasmas

     Quisiera decir que en la noche de ayer me vi en la necesidad de levantarme en plena madrugada para comprobar que en casa sólo estábamos mi marido y yo descansando. Pero no fue así, ya que esa sensación está casi anclada en algún momento de mi vida, que no es ahora. En algunas ocasiones, y con ciertas lecturas, nos embarga el desasosiego y vemos fantasmas donde no los hay.

     Como suele pasar muchas veces, y en una reunión de amigos, muchas veces se habla, se arregla el mundo, se cuentan historias y se lanzan desafíos. Esta historia nace de una de esas reuniones, lanzando uno de esos desafíos. La reunión en cuestión era de unos amigos inmersos en el mundo de la literatura, Lord Byron y Mary Shelley entre ellos.  Y el desafío consistió en escribir una historia de fantasmas, la más terrorífica historia de fantasmas. Pero como pasa a menudo, algunos lo llevan a cabo y otros no. Mary S. sí que llevó hasta el final el desafío, como si fuese algo personal, ya que su mayor empeño era ser escritora. Así pues, nace Frankenstein o el moderno Prometeo.

     En una fecha indeterminada del siglo XVIII, un barco rescata a un hombre en pésimas condiciones en el hielo del Mar Ártico. Se trata de Víctor Frankenstein. El capitán del barco, Robert Walton, ávido de saber y de amistad, le acoge y le ofrece cuidados. Víctor observa en el capitán las mismas ansias de conocimiento que tenía él y que le llevó a la desgracia. Es entonces, cuando le revela toda la historia. Una historia que Walton relata a su hermana por carta, convirtiéndose así, en una espectadora en la lejanía de la terrible narración. «Frankenstein crea un ser al que le infunde vida, para más tarde abandonarlo a su suerte, tras descubrir su monstruosidad. Un  ser con alma que sólo busca amor y compañía».

     Una historia que no deja indiferente a nadie. Repleta de mensajes de todo tipo. El más alto, el de la inmortalidad, un concepto que nos acompaña desde tiempos antiguos. Pero yo me quedo en lo sencillo y no puedo más que empatizar con esa criatura que, sola, y vagando por el mundo buscando afecto, soporta horrores indescriptibles para conseguirlo. No puedo estar indiferente ante el empeño egoísta de aquel que habiendo creado, reniega de su creación.

     Décadas después de leer esta «historia de fantasmas», me veo en la obligación moral de rescatarla y traerla a mí de nuevo. Aún después de aquello, el cine tuvo el placer de bendecirnos con la adaptación de James Whale y la brutal interpretación de Boris Karloff en 1931 (¿quién no recuerda la escena con la niña?), y que quedó en nuestra memoria colectiva. Aunque de todas todas, siempre me quedaré con la versión de Kenneth Branagh como la más cercana a su relato original. Algún día comentaré cosas de interpretaciones bestiales…

Boris Karloff

     Cuando la leí la primera vez, me quedé hipnotizada por la criatura, por su amor e inocencia. Con el tiempo, además de eso, me agrada reconocer que el afán por saber de su creador fue la arteria y sin ella, la historia no tendría el carácter inherente que posee.

     Pero Nicolás Maquiavelo nos reveló que «el fin justifica los medios». Asimismo, las aportaciones de Baltasar Gracián cuando dijo «Todo lo dora un buen fin, aunque lo desmientan los desaciertos de los medios» (de su obra Oráculo manual y arte de prudencia, 1647); y Hermann Busenbaum, en el Manual de teología moral de 1645 «Cuando el fin es lícito, también los medios son lícitos (cum finis est licitus, etiam media sunt licita).  Pero, ¿qué es lícito y qué no? Esto nos llevaría a plantearnos los avances en la medicina de mano de los médicos nazis. La historia, por sí misma, nos regala sus propios monstruos de Frankenstein.

     En un momento de la historia del siglo XIX,  saber y entender que una mujer como Mary W. Shelley escribió este gran coloso, considerado como primero en el género de ciencia-ficción, de una dimensión sin precedentes, es una revolución en toda regla y como mínimo. Bastó hacerlo así, después de una reunión de amigos, para dar a luz esta genialidad. Los tiempos venideros sólo han hecho más que darle la razón.

Gracias M.S.

  • Foto portada original extraída de audiolibro.com.
  • Foto B. Karloff extraída de Pixabay.com.
  • Imagen de Mary Shelley extraída de wikipedia.org.

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«3327. Yo soy la luz del mundo» de J. M. Calero.

     «Si tu solo supieras la magnificencia del 3, 6 y 9, entonces tienes la llave del universo»

     Si alguno de ustedes tiene una enfermedad llamada «inquietud», entonces está en el deber moral de leer esta apasionante novela. Aunque ya conocía la figura de Nikola Tesla, mi interés se resumía, a bote pronto, a leer algo en internet y/o redes sociales de forma puntual. También era conocedora de las injusticias que se habían cometido con él.

     No sé si por azar del destino o porque, simplemente, fue una casualidad que compré esta novela hace algún tiempo, pero no fue hasta marzo de este año que decidí traerlo conmigo a tierras asiáticas. La elección fue difícil, ya que tenía que decidir entre el Compendium Rhedae de Óscar Fábrega,  Xavi Bonet y Enric Sabarich y ésta que nos ocupa. Sacaba un libro y metía otro de la maleta, y viceversa, y así me tiré algunos días…(¡Y es que no entraban los dos!).

     A partir de leer esta novela,  suceden varias cosas. Para empezar, te replanteas, y en serio, los atropellos e injusticias que sufrió este gran científico. Luego, y si eres más curioso, empiezas a documentarte y terminas agarrándote el cabreo del siglo. Porque esta novela te hace sentir rabia, mucha. Aunque hablamos de una historia de ficción, muchos aspectos de ella no lo son. Así pues tenemos al grandísimo Nikola Tesla, que dio a luz cosas como la corriente alterna, el motor de inducción, la radio, el radar, rayos x, resonancia magnética, submarino eléctrico, control remoto, microscopio electrónico, bobina de Tesla, despegue y aterrizaje en vertical de aviones, y podría seguir, la lista es larga…

     Casi todas estas cosas, y más, las usamos diariamente.  Pero Nikola Tesla era aún más grande que sus creaciones, cuando lo hacía por el beneficio de la humanidad. Esta novela nos lanza un mensaje, una y otra vez, entre sus lineas. Sin duda una historia dinámica que te mantiene tensión y te crea dudas, muchas, sobre la historia oficial. Te replanteas todo. Y esta novela te responde a muchas de esas preguntas. Que la historia nos regalara con una persona tan excepcional como él, y fuese enterrado en vida, es como para reflexionar.

     J. M. Calero ha sabido hilar fino, encajando un contexto ficticio alrededor de esta gran persona, con unos personajes variopintos, algunos de ellos con mucho peso y carisma. Muy acertadas las localizaciones, no me cabe duda. Un gran escaparate de historia, arte y arquitectura.

     Nunca podremos olvidar a Nikola Tesla, de hecho él está entre nosotros y a nuestro alrededor (¿recordáis la película Stigmata? Pues algo similar se podía escuchar en el diálogo). Esta novela, y muchas otras, por supuesto, deberían remover nuestros cimientos, nuestros pensamientos tradicionales y tóxicos. Ya hemos visto a grandes personajes de la historia vilipendiados de la forma más mísera, pero seguimos sin aprender nada. Hace falta algo más que un homenaje por parte de Estados Unidos, tantos años después, para agradecer la aportación a que el pueblo americano fuese lo que hoy en día es. ¿O sí?…

     Y vuelvo a repetir que esta novela te incita a saber y despierta la ilusión. Ya sabemos, con creces, que la realidad supera la ficción, pero si dejáis volar vuestra imaginación…¿quién sabe?…

  • Las imágenes que aparecen en este post han sido facilitadas por Kvite Servicios Editoriales.

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«Todos los lectores de este libro son idiotas». Un proyecto filosófico de jóvenes adolescentes coordinado por Óscar Fábrega.

     Cuando un libro así llega a  las manos del lector, entonces es el momento de reafirmarse en la idea que son estos libros por los que merece la pena leer. Porque, no me nieguen que no es hermoso descubrir qué piensan los jóvenes de eso, de las cosas de la vida. Porque piensan y, mucho, aunque algunos entes aún no lo hayan descubierto.

     Escuchar, a través de las letras, qué piensan los adolescentes del acoso escolar, las drogas, el sexo o la amistad. O cómo perciben la vida y lo que les viene dado, o si se dejan llevar por las apariencias de los demás, perdónenme pero es una de las cosas más interesantes que hacer en este momento, en este instante. Ahora, no luego. Otra joven nos habla de un concepto tan abstracto y, reservado (en teoría) a ciertos círculos, como es la filosofía y qué entiende por ella. Un compañero nos ilumina el camino de la enseñanza con una claridad pasmosa. Un joven apasionado de la música nos muestra su esqueleto y su concepción del arte. Nunca ella había sido tan sentida. ¿Qué opina un joven sobre las tecnologías? ¿Son recomendables las redes sociales? O qué sienten ante el machismo… Durísimas historias personales que nos enseñan que la vida sigue, a pesar de todo.

Antonio, Encarni, Eva, Francisco, Juanfra, Laura, Lucía, Marta, Paola Luna, Paula, Rosa, Rubén, Zaira y Óscar Fábrega.

      Somos unos privilegiados por tener este trabajo en nuestras manos, porque ellos, que son el futuro, nuestro futuro, ven, sienten, se cuestionan, se preocupan y son lo suficientemente adultos como para formarse una opinión bastante sólida de cómo funcionan las cosas.

     Ojalá yo hubiera tenido a un señor de dudosa estampa* y a algún profesor que acompaña este proyecto, para que activaran en mí cualquiera de mis resortes, mental o emocionalmente. Yo también me hacía preguntas y, muchas, pero es verdad que me vi influenciada por demasiados agentes externos de los que no pude escapar. Así que siento que, en el fondo, he sufrido algo en mi interior que me ha retrotraído a mi juventud queriendo formar parte del coloquio.

     Supongo que somos tan perezosos que nos dejamos llevar por el hábito, por la costumbre y nos volvemos autómatas en el devenir de la vida. Estos proyectos son los que calan hasta el subconsciente, porque que unos chicos aprendan a cuestionarse la estética de un gótico para ver a la persona…

     Ha sido una lección conocer, de primera mano, las sentencias de estos grandes pensadores. Pero aún más, cómo lo han razonado. Ellos son capaces de hacer filosofía y lo han demostrado con creces. Como, también, a implicarse en un horario no lectivo. Nuestros jóvenes son inteligentes, emocionales, cariñosos, curiosos, inquietos, rebeldes…Pero si es con el aporte de la familia, mejor.

     Estoy de acuerdo en que este proyecto continuase en el tiempo, en cualquier formato. Ellos son atrevidos para esto y más. La cuestión es hacerse preguntas, por todo…Y estos chicos nos han dado una clase magistral.

     En mis comentarios, a veces, suelo hablar de la estructura y en este caso no iba a ser menos. Implicar a tantos «grandes» me ha agradado. ¿Sabes eso que cuando lees te sonríes…? Pues con algún prólogo ha pasado… Tus entradas en las cuestiones muy acertadas. En fin, enorme trabajo y espero el siguiente.

     No quiero despedirme sin antes decirte Óscar que he sido feliz con este libro. He sido feliz con los chicos y he sido feliz con las palabras de Luis Ibáñez. Esto necesita ser contagiado como un virus, el virus de pensar…

Gracias. V.

  • Dudosa estampa: Persona que se hace la interesante al vestir diferente. O no…
  • Las fotos que aparecen en el post han sido cedidas por el autor.

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