Cuando la política se convierte en el ariete contra una educación pública y viable, que se ha venido vertebrando y llegando a personas con circunstancias tan distintas como necesarias. Un proyecto educativo tan hermoso que no se entiende su desmantelamiento.
He sido, y aún soy hasta que no acabe oficialmente el curso, alumno del IEDA durante 5 años. Se podría decir que soy una alumna veterana. Pero no te preparan para afrontar un desenlace como este, ni siquiera con una veteranía consolidada.
Cuando empecé esta aventura éramos dos, mi marido y yo, los que nos matriculamos a la vez para estudiar idiomas. Con cuarenta y pico y nos metimos en este berenjenal… Él con chino y yo con inglés, porque por fin me decidí a ponerme al día con este idioma tan cojonero. Y es que era la mosca que daba por saco continuamente. Y aún lo hace cuando llega el momento de entregar los ejercicios puntuables de cada unidad. Aún me pone nerviosa, me quita el sueño y me aturde el proceso normal de pensamiento. Me quedo tanto en blanco, que pienso de forma sistemática que no sirvo, que no sirvo, que no lo voy a hacer bien.
Cuando empezamos esta aventura, todo era normal, pero se nos complicó una mijilla cuando cruzamos el charco, el continente, la mitad del mundo, porque no nos conformábamos con menos y como se suele decir ya que haces algo, hazlo bien. Estudiar en una institución de estas características nos brindó la oportunidad de engrosar nuestro currículo, porque tenía una plataforma que nos ofrecía los contenidos para ello. Unos contenidos y una estructura respaldada por un vasto equipo de docentes que son necesarios para cualquier actividad docente, aunque algunos políticos se empeñen en crear confusión al respecto.
Como estudiantes en el extranjero, hemos invertido tanto o más que otros alumnos, pero no podríamos haberlo hecho de no haber tenido una INSTITUCIÓN PÚBLICA que nos hubiese dado la oportunidad para ello. Y esa es la idea principal de todo esto, LO PÚBLICO. Lo público fue lo que nos arropó para estudiar, lo que nos dio la oportunidad de conocer otras personas, en otras circunstancias y entablar algo más que una relación de compañeros y/o alumno-profesor.
Este año he terminado el segundo de B2 de inglés. La certificación oficial se me presenta algo dudosa porque la situación sigue siendo muy delicada. Estar tan lejos implica cosas muy buenas, pero también genera sacrificios para los que, a veces, no estamos preparados. El 2020 ha sido un año para recordar y no olvidar, un año de solidaridad, sacrificio, dedicación, devoción y profesionalidad por parte de colectivos que se han dejado la piel por todos. El IEDA nos brindó un servicio en un momento crucial, como no podía ser de otra manera, no dejó de funcionar, se adaptó, como tantos y tantos docentes en la Educación Pública andaluza. Unos actos que, última instancia, no han sido justamente reconocidos por los que se suponen que tienen que hacerlo.
Con este desmantelamiento, pierde lo público y gana lo privado, pierden estudiantes y gana determinado sector político, pierden los docentes y gana esta Junta de Andalucía hambrienta por desmantelar todo aquello que funciona. Iremos comprobando, con el paso del tiempo, todo lo que adelantó el Claustro de Profesores del IEDA en el comunicado oficial, que a continuación os traslado.
Y me resta decir que solo tengo palabras de agradecimiento para esta institución. Os echaré mucho de menos.
Gracias, V.
Fran y Victoria, alumnos de IEDA en China
DECLARACIÓN PÚBLICA DEL CLAUSTRO DE PROFESORES DEL IEDA ANTE EL ANUNCIO DE SU PRÓXIMO CIERRE*.
La actual pandemia ha puesto en evidencia la necesidad de una infraestructura técnica y didáctica que sea capaz de atender al alumnado de Andalucía tanto de forma presencial como on line.
Escribimos desde el Instituto de Enseñanzas a Distancia de Andalucía (IEDA), un centro único por su manera de entender la enseñanza y por aquellos a quienes va dirigida su labor educativa. Se creó ya hace 12 años como una apuesta de la enseñanza pública por el compromiso social y la calidad educativa, un proyecto arriesgado que, partiendo de un modelo pedagógico alternativo, pretendía llegar a todos los rincones de nuestra comunidad, sin importar la situación personal de quien estuviera dispuesto a retomar su formación o lo alejado que estuviera de los centros educativos.
A lo largo de estos años el profesorado del IEDA se ha empeñado en facilitar los estudios de su alumnado con la creación de decenas de miles de contenidos y tareas; objetos educativos que se han puesto libremente a disposición de toda la comunidad educativa dentro y fuera de Andalucía (todos estos materiales están alojados en la web CREA: Contenidos y Recursos Educativos de Andalucía).
Decenas de miles también es el número de personas que se han matriculado en nuestro centro: personas adultas que querían retomar su formación, personas enfermas, deportistas de élite, jóvenes, mujeres y migrantes con dificultades sociales, menores privados de libertad y un largo etcétera (entre ellos estudiantes de música, de asignaturas no ofrecidas en sus centros, residentes en el extranjero…).
El pasado 15 de marzo, la Consejería de Educación y Deportes confirmó, primero en Mesa Sectorial y después en una reunión con el equipo directivo del centro, que el IEDA se cerraba y que se abría un nuevo modelo de enseñanza a distancia. La Consejería ha denominado “salto de calidad” a la distribución de esta enseñanza en dieciocho centros educativos repartidos por toda Andalucía (institutos provinciales de Educación Permanente, escuelas oficiales de idiomas, ubicados prácticamente todos en las capitales provinciales), esgrimiendo un argumento realmente absurdo e incomprensible: que la cercanía de los centros al alumnado mejorará el rendimiento escolar y la atención a estos.
La enseñanza a distancia tiene unas características que la diferencian de la modalidad presencial, pero también de la semipresencial: el alumnado requiere una atención específica y una flexibilidad en la entrega de sus trabajos que no se ajusta en absoluto a ninguna otra modalidad de enseñanza. La enseñanza a distancia exige una formación muy especializada del profesorado que la atiende y que no puede ser equiparada a la experiencia telemática de unos meses durante la pandemia. Y exige una infraestructura técnica que no puede desplegarse en apenas unos meses.
Despreciar estas diferencias supone desconocer la realidad de esta enseñanza a distancia; la distancia no necesita de la cercanía geográfica. La llamada “deslocalización” no supone cercanía para quien resida en una localidad distante de la capital o tenga su residencia en el extranjero; la cercanía se establece con la atención personal a cada estudiante que la necesite, a menudo en un horario que excede al lectivo, con el compromiso de un equipo coordinado que decida las líneas de actuación, idénticas para quien resida en un barrio céntrico de una capital y para quien viva en la más lejana pedanía de cualquier provincia.
La “deslocalización” puede conllevar otra consecuencia muy grave: que no se pueda asegurar una oferta educativa completa en todos los centros. El profesorado de los centros propuestos por Consejería tiene su horario fijado y no puede asumir, sin más, una mayor carga horaria.
Determinados niveles de enseñanza y ciertas asignaturas no se van a poder ofertar en todas las provincias.
¿Qué prefiere un joven deportista que quiera estudiar, un estudiante de música, un menor privado de libertad o un residente en un pueblo alejado de la capital provincial? ¿La cercanía geográfica o un experto en educación a distancia con flexibilidad horaria? ¿Para qué sirven 18 centros que no van a ser dotados en los meses que quedan para iniciar el nuevo curso de la infraestructura técnica ni de la formación necesaria para el profesorado que atenderá esta modalidad de enseñanza a distancia?
La enseñanza a distancia no es un lugar geográfico, es un espacio de compromiso personal en la atención al alumnado. La trayectoria profesional del IEDA está expuesta públicamente y puede ser consultada, inspeccionada, analizada y juzgada por quien así lo desee.
Por todo ello, el profesorado del Instituto de Enseñanzas a Distancia de Andalucía, tras acuerdo por unanimidad en sesión de claustro celebrada el 18 de marzo de 2021, insta a la Consejería de Educación y Deporte de la Junta de Andalucía a mantener tal y como se ofrece en la actualidad la enseñanza a distancia en el Instituto de Enseñanzas a Distancia de Andalucía (IEDA), y como garantía de coordinación de una atención equitativa a todo el alumnado y de una oferta universal de todas las enseñanzas en un centro público, especializado y de calidad.
Imagen del comunicado oficial del Claustro de Profesores del IEDA
Fdo.: CLAUSTRO DE PROFESORES DEL IEDA.
Comunicado oficial y la imagen destacada autorizados a su publicación por el IEDA.
Enlace para recogida de firmas en change.org: https://www.change.org/p/consejero-de-educaci%C3%B3n-y-deporte-de-andaluc%C3%ADa-salvemos-el-ieda-instituto-de-ense%C3%B1anzas-a-distancia-de-andaluc%C3%ADa?recruiter=691439762&utm_source=share_petition&utm_campaign=psf_combo_share_abi&utm_medium=whatsapp&utm_content=washarecopy_27807513_es-ES%3A0&recruited_by_id=4bb05700-0334-11e7-9052-3ba2f45a5e86
Imagen incluida en el post, extraída del archivo personal.
Había una mesa, de aquellas de las de antes, de las que se llamaban de camilla. Alrededor de ella giraba casi toda nuestra vida. Recuerdo que mi madre me enseñaba a coser de tarde en tarde. Hay una fotografía que lo demuestra. En una de ellas estoy concentrada en tal afán y en otra estoy mirando a mi madre que en ese momento dispara la cámara. Es ley de vida.
Empiezo este cuento desde el final, ¿o es desde el principio? Principio y fin se funden en un solo instante. No lo tengo del todo claro. Mi memoria anda atascada desde entonces. He tenido que aprender de todo, de nuevo. Pero por alguna extraña razón, siempre recordé aquel momento. Son los misterios de la mente.
Alguien me ha contado que estuve tres meses en coma porque no sé qué bicho cogí un fin de semana que fui a visitar a mi madre. De repente, una analepsis me retrotrae a una escena del pasado. Ella con la paila de paella, repartiendo en los platos, porque ella dominaba el arte de repartir, mientras yo le decía –¡Espera, espera que le tiro una foto para Instagram–, mientras ella me dice –¡Ay que ver la manía de hacer fotos y no disfrutar del momento! Un escalofrío recorre mi cuerpo. Y todo se vuelve blanco…
Me despierto porque alguien me está tocando, es una chica que va vestida de verde. Parece enfermera. Me dice que está dándome rehabilitación en las piernas, porque por lo visto quedaron algo atrofiadas del tiempo en coma. Le pregunto quién es la señora de la foto de la mesita. Me dice que es mi madre. – ¿Por qué no la recuerdo? le pregunto. – Porque has estado en coma y eso a veces afecta a la memoria. – ¿Dónde está? – Eso debes preguntárselo al médico. No te preocupes, estará aquí en media hora. Vas muy bien, estás recuperándote muy rápido. Es posible que la semana que viene puedas volver a casa.
Esta mañana ha venido un chico a verme. Un chico joven y apuesto. Dice que es mi marido. ¡Qué suerte!, pienso. Es amable y dulce. Yo le hago preguntas y él me va contando cosas. Pero su semblante se torna diferente cuando le pregunto por la señora de la foto. Me dice que es mi madre y que le ha ocurrido algo. Algo sucede porque ya no recuerdo nada, todo se vuelve blanco.
Mientras sigo en el arduo menester de recordar todo, estoy mirando por la ventana cuando veo a mi marido saludarme. Llega con la compra. Lleva una mascarilla puesta, como casi todo el mundo. Esta noche haremos algo que aún no tengo del todo claro. Pero es algo especial. Lo sé porque hay luces de colores en casa y un árbol con adornos. Y también está la foto de aquella señora. Es tan guapa, pienso.
Árbol
Mientras cenamos, miro la foto y me estremezco. Miro a mi marido con expresión de incredulidad, él me mira y me abraza.
Entonces todo se vuelve blanco…
V.
Imagen destacada extraída del propio archivo personal.
Cualquier cosa que ande en dos piernas es enemiga.
Cualquier cosa que ande en cuatro piernas o tenga alas es amiga.
Ni un animal usará ropa.
Ningún animal dormirá en una cama.
Ni un animal beberá alcohol.
Ningún animal matará a otro animal.
Todos los animales son iguales.
(…) cuatro piernas, bueno; dos piernas, malo (…)
Rebelión en la granja.
Curiosa la idea romántica que a veces nos hacemos de ciertos libros. Siempre tuve una idea distinta, distorsionada e incluso cómica de «Rebelión en la granja». Imagino que el celuloide juega malas pasada, y una se deja llevar ante el desconocimiento. Es lo que pasa cuando vemos material visual antes de leer.
Todos los animales son iguales…
Rebelión en la granja transcurre en la granja Manor propiedad del Sr Jones, un personaje del que se dice que pudo inspirarse en Nicolás II, último emperador ruso y dado a la bebida que, además, odiaba al pueblo. Una granja con animales de rasgos antropológicos y humanizados que se unen bajo el mando del viejo cerdo Major cuyas ideas de justicia pretende guiarlos hacia una sociedad más igualitaria y autónoma. ¿Podría haber estado inspirado en Marx? Muy posiblemente. Así que según su filosofía, los hombres son enemigos y los animales son camaradas e iguales. Al poco tiempo de iniciar su rebelión, Major muere y el mando lo asumen Bola de Nieve, Chillón y Napoleón. Entre los cambios de los nuevos mandatarios están la sustitución de la bandera de la granja por la del régimen recién instaurado, y la creación del himno «Animales de Inglaterra».
Portada Rebelión en la granja
Asuntos como la amistad o enemistad de algunos animales o la edad de jubilación se votan en asamblea, así como la alfabetización de los camaradas y, por supuesto, la rebelión. Y un día, por fin, consiguen expulsar a los humanos de la granja, instaurándose la nueva era. La granja crece y Napoleón se hace con el mando total de ésta. A partir de entonces, se suceden censuras y prohibiciones. El poder termina por corromperle, volviéndose igual o peor que el antiguo dueño humano. Cerdo y humano se habían vuelto indistinguibles.
Cuando leí 1984 sufrí una especie de conflicto en mi interior a sabiendas de ciertas acciones por parte de Orwell. Me encontraba atrapada entre el autor y la persona. Como autor, no me disgusta, me interesa y me produce curiosidad. No así como persona, lo que me causa un profundo malestar. De hecho, este es el motivo por el que haya tardado tanto en publicar mi siguiente post, el de este libro. Y es que, no consigo mantenerme al margen de aspectos que, finalmente, no afectan al desarrollo e interés del escrito. Y mira que pongo empeño en ello, aunque me sigan desconcertando ciertas pinceladas de la vida del autor.
George Orwell
Parece ser que Orwell se inspiró en la Revolución Comunista de 1917 y la era estalinista rusa y deseaba denunciar la dictadura de Stalin. Años más tarde, se conocería la terrible realidad a través de la pluma de Gareth Jones, periodista galés que tuvo la osadía de publicar la verdad sobre la hambruna soviética de 1932 hasta el año siguiente, así como el llamado Holodomor o Genocidio Ucraniano. Hasta entonces algunos intelectuales del occidente simpatizaban con el régimen soviético. Como suele pasar con estas cosas, The New York Times publicó todo lo contrario a lo manifestado por G. Jones. Muy probablemente, George Orwell podría haberse inspirado también en Jones.
Un reflejo de los totalitarismos aplicados por sistemas corrompidos y por personas que persiguen una sola cosa, su propio interés en detrimento de la sociedad. Una novela atemporal y alegórica, más vigente que nunca, que ha tenido su versión en la gran pantalla en más de una ocasión, en la radio, en comics, e incluso en videojuegos.
Y es que, entre la justicia y la igualdad existe una frontera por la que discurre la ignorancia, la ausencia de memoria, el olvido y el conformismo. Una combinación muy peligrosa y, por desgracia, tan presente en estos tiempos. Un arriesgado cóctel con el que algunos países convierten la esclavitud en una falsa sensación de libertad, cuando la mezclamos con toques capitalistas.
Pero de todos, el peor a mi modo de ver, es el conformismo. El conformismo permite y facilita el paso de todo lo demás. Es una frontera sin vigilancia. El conformismo no duele, no pesa en el alma, salvo, claro, cuando uno abre los ojos. Entonces se convierte en un dolor insoportable que se cura cuando la ignorancia desaparece y calma el estado de desasosiego.
Y es que solo hay que poner el sistema capitalista al servicio de algunos regímenes para expandir la felicidad como sentimiento generalizado. Todos están contentos, todos trabajan contentos y todos viven contentos y felices. Y así se le traslada al mundo entero, aunque no de forma tan radical como el último momento vivido por Winston en 1984, cuando acepta al gran hermano con todo su amor. En la vida real, todo es más sutil.
Decir que las mentes críticas son muy molestas en los sistemas totalitarios, sería un eufemismo algo doloroso. Son sistemas que anulan al individuo y los individuos como Boxeador, se dejan la piel y sacrifican la vida en pos de trabajar más duro, como mandan los cánones, aún a costa de ser traicionados.
Hoy en día existen muchos «Boxeadores» que se desloman toda su vida para obtener decepción y traición como recompensa. Algunos seguirán viviendo así y vivirán inmersos en un mundo feliz, aparentando ser felices, o siendo felices de verdad, como Winston. En cualquier caso, todos, absolutamente todos disponemos de las herramientas suficientes para llegar a la verdad. Siempre y cuando queramos conocerla…
Porque cualquier totalitarismo es un cáncer, este es un libro necesario y, como digo en algunas ocasiones, la lectura nos hace libres y mejores personas.
Siempre me encantó la vista desde mi ventana. Desde que me mudé, puedo disfrutar de la nieve en invierno. En otoño me encantan los coloridos contrastes de las hojas de los árboles. El prado es tan extenso en entretiempo, que no me llega la vista hasta el horizonte. Mientras que el estío suele traerme las risas de los infantes mientras chapotean en el agua.
«Faceless» de Juan Ángel del Corral
A veces recuerdo, son flashes que el pasado me regala, pero por un tiempo muy breve. Tenía un padre, una madre y hasta hermanos. Recuerdo situaciones típicas de una familia. Y entonces, el tiempo se acaba. Vuelta a empezar.
Siempre me encantó la vista desde mi ventana. No siento frío, tampoco calor. A veces veo a un señor en la nieve, con un anorak verde caqui y a tres niños alrededor lanzándose bolas. En ocasiones veo dos niños jugando al caballito con la pequeña a lomos del mayor.
A veces veo a una señora en el suelo, está llorando y tiene la cara amoratada. A su lado hay una niña que no entiende nada. Otras veces veo a unos chicos peleándose. Ya son tres, porque el mayor se fue. Y entonces, el tiempo se acaba. Vuelta a empezar.
Siempre me encantó la vista desde mi ventana. Se oye una melodía, es como un ligero sonido de fondo. Es agradable. Veo a mi madre. Está tan guapa. Y mi padre está pintando versos en un lienzo blanco. Creo que es aquel cantar que recitaba a veces. Más allá están ellos, mis hermanos. Juegan.
A veces veo a uno vestido para la guerra, se marcha al conflicto. Y el otro se crea el suyo propio. El tercero observa desde el tendido bajo el sol. Nada nuevo. La niña rompe la muñeca, le saca los ojos para que no vea y le arranca la ropa a jirones. Y entonces, el tiempo se acaba. Vuelta a empezar.
Me encanta la vista desde mi ventana. Veo a mi familia, mi padre, mi madre y mis hermanos, mientras paso del invierno a la primavera. Pero no hace frío, ni tampoco calor. Ya no hay dolor. Hace tiempo que vi toda la vida pasar en un segundo…
Imágenes:
Foto «Faceless» del post extraída de: https://juanangeldecorral2.wordpress.com/
Foto destacada extraída de: https://www.lavoz.com.ar/ciudadanos/no-importa-que-tipo-de-familia-familia-importa
“Recuerda mi amigo, el conocimiento es más fuerte que la memoria y no debemos confiar en lo débil.” – Drácula
Creo que fue porque alguien lo rememoró en las RRSS que rebusqué entre mis antiguallas y lo rescaté de un pasado ficticio que habría estado muy interesante de ser cierto, ¿verdad? Una de las novelas de terror por excelencia, atemporal y tan socorrida que ha sido llevada a la gran pantalla tantas ocasiones que no puedo recordar. Pero, en realidad, ¿qué escribió el Sr. Stoker en su novela publicada en 1897? Pasen, pasen.
Una vez más, sea bienvenido a mi casa, venga libremente, salga con seguridad; deje algo de la felicidad que trae…
Conde Drácula
Alguien empieza a adquirir propiedades en Londres. Las compras se realizan desde un lugar remoto llamado Transilvania, Rumanía. El comprador es un extraño y misterioso conde que está sediento de la cultura londinense. Para tal menester, y para gestionar sus inversiones, contrata los servicios de un bufete de abogados.
Portadade Drácula
Jonathan trabaja en el bufete contratado por el conde Drácula. Por exigencias de contrato debe desplazarse hasta ese extraño y desconocido país y perderse por los Cárpatos para gestionar en persona la documentación de Drácula.
Sabemos que toda historia que se precie debe tener un personaje femenino que le aporte cierto caché. La mujer en cuestión se llama Mina y es la prometida de Jonathan. El amor que se profesan el uno al otro quedará patente a lo largo de la obra como un insistente carácter cohesivo afectuoso que martillea cual pájaro carpintero. Se escucha tanto ese ruido rítmico que a veces hay que bajar los decibelios sentimentales.
Mina es una entusiasta de la taquigrafía por lo que su ser es un tándem entre ella misma y una máquina de escribir. Ha concluido que escribir su diario con esta técnica es un gran aporte en el proceso de comunicación con su prometido.
Durante la ausencia de Jonathan, Mina decide visitar a su mejor amiga, Lucy. Lucy pertenece a una familia de la alta sociedad y vive junto a su madre en un hotel de una bella ciudad costera muy cerca del puerto pesquero. Lucy es una chica bien parecida, más alocada que Mina, aunque eso no es difícil, que espera prometerse con alguien joven y apuesto y, por supuesto, de cierto rango.
El Dr. Seward, amigo de Lucy, es el administrador de un hospital psiquiátrico. Seward está muy enamorado de Lucy pero el rechazo de ella hace que se refugie en su trabajo. De entre todos sus pacientes hay uno en especial por el que más se interesa. Se trata de Rendfield que sufre una profunda psicosis y al que le hace un exhaustivo estudio con instrumentos de la época, como el fonógrafo, en el que graba todas sus entrevistas.
Ha llovido mucho desde entonces. Me faltaban esos pequeños detalles, para lo que tengo que agradecerle a F.F. Coppola su versión de 1992. Le mejor versión, no me cabe duda. Amén que cambiaron la linea argumental relacionada con el personaje de Drácula, sigue pareciéndome la mejor versión. Y es que la historia del celuloide pintaba más romántica que la del siglo precedente. Un deleite ver a un tímido Keanu Reeves frente a la interpretación de un aparentemente sincero Gary Oldman y un mejorable Anthony Hopkins que ha tenido mejores días.
Bram Stoker
Volviendo a la novela, comentar que Mina siente una particular atracción por todo lo relacionado con trenes y ferrocarriles, por lo que le había planificado a Jonathan su viaje, horarios incluidos. Como Sheldon, vamos. Jonathan llega al castillo de Drácula, no sin antes experimentar extraños sucesos que se le escapan a su entendimiento.
El conde Drácula es un señor de avanzada edad, con nariz aguileña, un hombre cultivado y muy interesado por todo lo que ocurre en Londres. No pasa demasiado tiempo cuando Jonathan se da cuenta que es el prisionero del conde y que su mente es incapaz de procesar los hechos que allí se suceden.
Mina está muy preocupada porque las misivas de su prometido se espacian en el tiempo cada vez más. Su amiga Lucy empieza a tener episodios de sonambulismo y en una de sus escapadas nocturnas Mina la observa desde la lejanía en un banco del puerto acompañada de alguien que no puede identificar. A partir de entonces, los episodios se tornan cada vez más extraños. Mina lo refleja en su diario, el hilo conductor del curso del relato junto con el de Jonathan, el doctor…
Una historia que siempre está de rabiosa actualidad y que, para nada es tan romántica como la versión de la gran pantalla. El misterio de lo desconocido, de lo oculto, que nos atrae y que nos atrapa sigue estando tan vivo como el primer día. Una obra en la que casi no hay actores secundarios, todos tienen su momento y su importancia clave. Una historia que tiene muchos tintes psicológicos, pero eso se lo dejo a los profesionales. Aunque imagino que Carl G. Jung tendría mucho que contar al respecto. Personalmente, opino que la figura del vampiro está entre nosotros de una u otra forma. No hace falta que esta figura tenga que personificarse en un ser que vaya chupando yugulares, pero hay otras formas de exprimirle la vida a un ser. Los que los hemos padecido, sabemos bien qué es.
Vlad III Tepes
Una obra rescatada de la juventud que andaba en el almacén archivado, ese archivo mental que todos tenemos. Necesaria e imprescindible que recomiendo rescatar de vez en cuando para trasladarnos a ese devenir mágico, romántico e idealista del siglo XIX, pero sin prejuicios de género, porque podremos perder el horizonte de las cosas. Y si luego queremos ahondar en el verdadero personaje histórico en el que pudo inspirarse Stoker, la red está llena de información.
Una novela vista desde los ojos de un adolescente que siente que algo está cambiando. Y en su interior solo odia al mundo entero…
Los sentimientos de anonimato y oscuridad de un escritor constituyen la segunda propiedad más valiosa que le es concedida.
J.D. Salinger *
Cuando yo era adolescente, El guardián entre el centeno, no entraba para nada en mis planes, aunque ya hacía tiempo que me había transformado en una rebelde sin causa. Enfadada con el mundo entero y en contra de todo lo establecido. Eso ya explotó en el tercer colegio de primaria en el que estuve. Algunos profesores eran unos monstruos que hacían cosas extrañas, como hacer fotos con las faldas levantadas a algunas niñas, permitir y no hacer nada en que un señor se masturbara a las afueras del colegio (creo que nunca nos creyeron, y ese señor, siempre estuvo ahí), mientras estábamos en el patio, y fornicar otro profesor con madres de otros alumnos, en el colegio (esto no es ficción, es verdad, fue pillado varias veces)… Los que me conocen, saben qué colegio es.
Bueno, entonces yo iba a lo que iba, a tener amigas, jugar, vamos lo que viene siendo normal en esa edad. Al menos, eso es lo que yo pretendía, aunque siempre se torcía. Así, que sí, siento que tengo algo muy en común con esta historia, porque yo encontraba una tremenda falsedad en mi entorno aunque hablemos de épocas distintas, claramente. Eran pocos los que me merecían la pena, aunque siempre acabara rodeada de los peores. Contradictorio, sí.
Portada
Tengo la sensación que lo que hace única a esta novela es la provocación escrita de un adolescente hablando libremente de la sexualidad y esa ansiedad no tan banal. Me parece que la sociedad de entonces no estaba para nada acostumbrada a un lenguaje tan explícito.
Holden Caulfield, el actor principal, solo tiene 16 años, pero demanda relaciones que a sus ojos sean auténticas. Parece que es mal estudiante, lo cual se refleja en las veces que ha sido expulsado de colegios y en esta ocasión, no iba a ser menos, vuelve a serlo. Con la diferencia que decide no decírselo a sus padres y se marcha a escondidas a vivir una aventura. Prefiere chicas con las que se pueda hablar, que no sean tontas y banales. Normalmente es un chico bastante razonable, hasta que deja de serlo. Entonces destila tanto odio que se diría que sus agresivos pensamientos le fuesen a abocar a hacer alguna locura. Odia casi todo lo que rodea. Otrora sus comportamientos, erráticos y desquiciados sugieren una persona tarada de atar.
Cita Salinger
Y en un determinado momento me reconcilio con Holden. ¡Por el amor de Dios!, ¡son las vivencias de un chiquillo! ¿Quién no se ha sentido alguna vez confundido? ¿Quién no ha tenido alguna vez un pensamiento extraño? Bueno, quizá mi perspectiva ande degradada por la adultez. Sin embargo, siempre he tenido en cuenta mis miedos y mi lado oscuro.
Entre toda esta maraña de pensamientos perturbados, el actor principal, nos brinda una serie de pinceladas de afecto y ternura por su hermana Phoebe, a la que considera tremendamente lista. Precisamente es a ella a quien confiesa lo que quiere y le gusta de verdad, que no es sino ser una especie de guardián protector de los niños que están en un campo de centeno y protegerlos de caer al vacío.
El vacío
Dependiendo de lo retorcida que esté tu mente, podrías vislumbrar a un cazador agazapado al acecho. Pero yo creo sinceramente que Holden se ve como un protector y que siente de verdad lo que dice. Y creo que la muerte de su hermano menor, al que que quiere y aprecia mucho, le desencadena la necesidad de ayudar a los niños, en la forma de impedir que caigan al vacío. Una acción que muestra la alegoría de la transición hacia la madurez. No es un camino fácil, y no todos hemos tenido las mismas circunstancias y realidades. En cualquier caso, insisto, prefiero verlo desde esta perspectiva.
Personalmente se me escapa un poco la controversia que generó esta obra en su día. Claro, que por otro lado, la época y el entorno religioso es un perfecto caldo de cultivo. Pero, a pesar de todo, finalmente la mayoría de las circunstancias se diluyen en la espesura de la mente inquieta de un chaval. Es por eso, que encuentro muy grande que fuese tomado como referencia de algún asesino, siendo a mi modo de ver, una clara justificación de una mente muy enferma. De hecho, aunque uno esperara algo de acción, es una novela bastante estática.
Salinger
Como anécdota, contaré que siempre me dio pavor leer esta novela, porque pensaba que me volvería medio ciruela y empezaría a matar a pobres desgraciados por la calle. Pero nada más lejos de la realidad. A veces, los medios influyen según qué momento y decisiones. Afortunadamente llegó el tiempo de su lectura, libre de cargas e influencias de cualquier tipo.
No quiero, ni deseo, ser más papista que el Papa (ya bastante, tenemos con uno, que para lo que nos está costando la curia, bien podría ser más generosa, solo un poquito más). Entre otras cosas porque soy una profana en un mundo infestado de literatos, literarios, condenados críticos literarios de periódicos, revistas y blogs de reseñas literarias… Y yo… ¿Qué quiero decir con esto? Pues que yo miro a través de un agujero muy chiquitito, mientras otros tienen la inmensidad del saber.
Pero, bueno, desde la mirilla de esta puerta tengo el mundo entero rebosante de historias, esperando a que mi cerebro le ordene a mi mano que dirija mi humilde bolígrafo en este espacio sin pretensiones de cara a la galería. Así, que si ven alguna errata (siempre procuro que no sea así) disculpen. Y si ven algún tipo de lenguaje soez, perdónenme, pero forma parte de mi espectáculo personal. Porque esta es mi galería, donde yo me miro a mí misma.
Cuando el confinamiento nos convierte en un mueble…
Silencio, presión, desconcierto, miedo, horror, miedo otra vez…Son muchos los adjetivos que le asaltan a uno y a su cada vez más desmarañada cabeza. Una oleada de información que se va atascando hasta que termina por pararse. La taza derrama el colmo y la mesa derrama el líquido por el piso. Y te ves recogiendo todo lo vertido, cual sueño astral. Por un momento me acuerdo de mi madre fregando el suelo de rodillas, sobre la esponja en forma de B tumbada, cuando aún se hacía a la antigua usanza.
Mascara medieval para evitar la peste negra
Así es el torrente con el que estamos lidiando cada día. Es insufrible, insoportable, indecente. A este cóctel hay que añadir el estado físico, una disciplina auto-impuesta que genera ansiedad por defecto, por el exceso de peso, y que ahora sufre sobrecarga, por el exceso de trabajo, que sueles incumplir más de lo que quisieras. Por lo que tienes que volver a la casilla de salida. Otro ingrediente es el intelecto. Una oleada de literatura inunda tus dispositivos. Si el tiempo lo permite, llevas uno o dos hacia adelante, siempre que las jaquecas o migrañas te den permiso.
Si tu auto-infligida disciplina no te ha causado ya un reventón de neuronas, todavía puedes ser ese chef fantástico, repelente y absurdo que tanto odias. Que quieras tener la Termomix no te eleva al olimpo de los dioses, solo te brinda la entrada a un club de cierta élite que detestas. Somos lo que comemos, pero hay quien no puede permitirse el lujo de plantearse esa reflexión.
Los demonios acechan estos tiempos. Demonios internos y externos. Los segundos son más o menos controlables, pero ¡ay de los primeros! Esos son la mosca cojonera de la corteza cingulada. No todo son días de vino y rosas y la convivencia puede zarandear los cimientos de esa parcela personal de la vida que tienes tan coqueta. El temple se agota o te agota, el tiempo pasa factura, la tristeza durmiente aflora y la rutina de ejercicios diaria no parece suficiente. La lectura, no parece suficiente o esa ristra de series y películas que te vinieron recomendadísimas tampoco parecen bastante consuelo. Raros tiempos para Pedro Almodóvar, Woody Allen, películas de corte indie, o de bajo presupuesto. O no, si quieres disfrutar la tristeza…
Entonces resulta que una mañana te das cuenta que la rutina te ha ganado, eres un neo esclavo de este nuevo tiempo extraño que te ha tocado vivir. Esclavo del planning autoimpuesto, del fitness, de la música, del cooking, del reading, del estudio, de la depiladora y del blog. Eres un mueble sentado sobre otro mueble mirando un ordenador, en ropa de sport, interior, y/o zampándote un bollo. Ahora sano, ahora inteligente, ahora en forma, ahora fofo, ahora feo, guapo…
Si en toda esta vorágine de sensaciones, aún nos queda tiempo, podemos sumergirnos en el maravilloso mundo de las RRSS. Una suerte de guerra campal en la que todo vale, todo está permitido, todo es cierto, todo es mentira, todos son excelentes contertulios doctorados en la Universidad de los bajos fondos cuyo lema es Hoc est verum.
Y a veces te haces preguntas acerca de la raza humana y su condición, de la vida, de la muerte, del amor, de la tristeza, del sufrimiento ajeno… Echas la mirada atrás y te dices, «más pasaron aquellos del 10, 20, 30» y te haces un ovillo en el sofá, mientras ves la serie esa que te recomendaron, esperando el día del estallido. Y recuerdas, entonces, que fue ayer cuando tu cuerpo dijo «basta». Solo querías gritar de dolor.
No encuentro obra más universal que represente el significado de la palabra confinamiento como El Diario de Anne Frank. Como tampoco encuentro otra obra similar que represente el amor sincero e inocente de una niña que vive su juventud como solo se puede hacer, con toda su fuerza.
Cuando era jovencita recuerdo que sentía este libro muy lejano. Era un libro del que pensaba que no era para mí, no podría ser para mí algo así. Yo andaba en otras cosas y, cuando me paraba a pensar, me reafirmaba en la idea que no, efectivamente, no era para mí. ¿Por qué me iba a interesar la historia de una chiquilla que se esconde de los nazis con toda su familia que eran judíos? ¿Quiénes eran los judíos? ¿Por qué querría leer algo así con un final así de trágico? Por entonces, yo no podía permitirme ese lujo. Ya tenía suficiente con mi infierno privado… Un pavor y un dolor inmensos me invadían solo con mirarlo de soslayo. Sea como fuere, teniéndole conmigo, no quería seguir traicionando su memoria.
Así que te leí, Anne. Te leí entera, te sentí y te vi con mis ojos, te escuché hablar, reír y llorar. Eran tantas las ganas que tenía de abrazarte y de decirte no te preocupes, todo pasará, la adolescencia es así, es natural, es divertida, sin sentido, es un caos, un huracán de sensaciones y un montón de risas y cuchicheos. Es el mundo al revés, Anne.
Portada Diario de Ana Frank
Porque el mundo que te tocó vivir, era eso, el mundo al revés. Y del mundo tú sabías mucho, por eso eras un alma indomable. Te he sentido indómita, aventurera y, a la vez, tierna y dulce. Cierro los ojos y te veo, oigo tus engranajes al abordar otro de tus libros y te escucho correr de arriba a abajo en la casa de atrás, antes del silencio.
Anne Frank
Anne Frank tuvo que refugiarse junto con su familia en una vivienda anexa al edificio de oficinas donde trabajaba su padre, Otto Frank. Otto a sabiendas de lo que se les venía encima, fue preparando la casa para esconderse hasta que la guerra terminase. Los Frank, judíos de la clase acomodada, tuvieron que compartir la vivienda con otra familia judía, en precarias condiciones, pero a salvo de la Gestapo. En este contexto, Anne escribió su diario, a la sazón, en el que volcó sus pensamientos, inquietudes, sueños y esperanzas.
Margot Frank
Otto Frank
Edith Frank
Peter Van Pels
Familia de Anne Frank
Como diario que era, Anne escribe su confinamiento con la sinceridad de una adolescente, con la tranquilidad de hacerlo sobre algo personal, íntimo y que es lo que le confiere la virtud, la belleza y su carácter único y, diría, irrepetible. Este diario ve despertar su sexualidad y erotismo, reflejado de la única forma que una chica de su edad puede hacerlo, con naturalidad y frescura. La atracción que el hijo de los Van Pels, Peter, y ella se profieren; la relación que tiene con su hermana Margot y que evoluciona, según avanza su diario; el tumultuoso vínculo con su madre; pero, sobre todo, la fidelidad y amor que le profesa al padre. Un oasis de ternura, cordura, sensibilidad, fraternidad, rodeado de barbarie sin sentido, caos, muerte y fanatismo.
Se me ocurren muchas cosas, podría llenar páginas enteras. Me quedaré con la idea que entre tanta maldad aflora lo mejor (y peor) de la condición humana. La valentía, el tesón, la solidaridad, la constancia, el optimismo, el amor y la esperanza de Anne. Una chica a la que le encantaba observar el cielo nocturno y adoraba la belleza de los árboles, que era la más feliz cuando sentía el aire en su cara. Pero por encima de todo, de ser ella misma.
Anne Frank nos dejó un testimonio hermoso. ¿Qué hay más bonito que leer las palabras de una adolescente que es feliz? Porque ella lo fue, a pesar de estar rodeada del infierno. Hasta que le robaron su vida, su risa y sus sueños.
Sería un tópico decir que ojalá los niños nunca tuvieran que sufrir las guerras y los conflictos de los adultos. Demasiadas pinceladas desde el punto de vista antropológico. Pero eso se lo dejo a los entendidos, no es mi caso. Yo solo sabría decir que los niños están para vivir, siendo felices, riendo, jugando, siendo niños. Pero me da que no hemos aprendido nada, el hombre sigue dando muestras de inmadurez. Quede este documento, testimonio, para recordar que la inocencia infantil está por encima de toda la mugre de nuestra condición humana.
Sinceramente creo que estos libros deberían ser propiedad de sus dueños en vida. Deberían ser historias contadas por una señora mayor, mientras enseña instantáneas de un antiguo álbum de fotos. Pero es un libro que trata de los últimos meses de vida de una chiquilla que vive con toda la fuerza de una joven que solo tiene ganas de vivir.
Tomemos conciencia de la vida. Porque la vida es para eso, para vivirla hoy, ahora, en este momento. No lo dejemos para el final de nuestros días, entonces será tarde.
Gracias Anne, allá donde estés.
Foto de la portada del libro extraída de megustaleer.com.
Foto de Anne Frank extraída de es.wikipedia.org.
Foto de familia y Peter van Pels extraída de annefrank.org.
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